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MARSEL & CO

Verano caliente

El abismo entre políticos y ciudadanos es cada día mayor y lo de ‘ciudadanos y ciudadanas’ parece una parida más que una paridad
Aunque parezca mentira, por estos días fresquitos, estamos en la estación más calurosa del año y en tan solo media docena de días que llevamos, ya se pronostica un verano caliente. Pero no precisamente relacionado con la climatología, ni con los golpes de calor, es un calentamiento agrícola y social propiciado por las decisiones del Gobierno, personalizado en dos ministras, la de Agricultura y la de Medio Ambiente. El presidente de Asaja, Pedro Barato, ha soltado amarras y ha enfilado contra doña Elena Espinosa, ha dicho que está al frente del Ministerio de Agricultura por ser mujer y gallega, no por tener un conocimiento amplio y destacado sobre agricultura y ganadería, y mucho menos por sus habilidades en las negociaciones con la Unión Europea, en la que no debemos obviar su carácter de encuentro común de mercaderes. También ha declarado, Pedro Barato, su descontento por la nula gestión de la Ministra y la necesidad de adoptar medidas para paliar las pérdidas provocadas por la subida de los precios del gasóleo.

Dicen de este Gobierno en materia agraria, que le ocurre lo que el difunto don Camilo José de Cela dejó sentenciado, con la delicadeza que le caracterizaba: que este gobierno, en las pocas competencias agropecuarias que tiene, no es que esté dormido, es que siempre está durmiendo: Alicuando bonus dormitat Homerus, esto pudiera ser una leve omisión o metedura de pata, es decir que hasta Homero, cuando sé hecha un sueñecito, puede cometer un grave error, una equivocación. Decía un gran articulista y escritor que no hay errata que no perfeccione un texto. Lo que ocurre es que cuando los errores son reiterativos y pretenden que nos les creamos, en vez de un error es un verdadero horror. Esto es lo que ha ocurrido con la otra ministra, la de Medio Ambiente.

Cristina Narbona se ha salido con la suya, como no podía ser de otra manera, ya que el Consejo de Ministros aprobó, justo hace una semana, la derogación del trasvase del Ebro, y lo que es peor la derogación del Plan Hidrológico Nacional. De un decretazo se han cargado años de estudios, de diálogo con todos los sectores afectados, el esfuerzo de los mejores técnicos planificando un sistema hidrológico nacional sostenible y de necesaria solidaridad entre las regiones del estado. Sin embargo, de un plumazo se ha anulado un trabajo adecuado y de pasada se han elaborado medidas urgentes alternativas, sin necesidad de estudios para evaluar el impacto medioambiental y el coste de energía de las plantas desaladoras. Por cierto, el agua que se genera por las plantas desaladoras no es apta para casi nada, es posible que solo para tirar de la cadena.

Aquí, en este gobierno actual, ha primado la paridad para que haya una ministra por cada ministro, independientemente de sus cualidades. De esta manera el abismo entre los políticos y los ciudadanos es cada día mayor, cuando pronuncian lo de «ciudadanos y ciudadanas», nos parece una parida más que una paridad. Es como si el seleccionador nacional -que ¿sigue? y «ya veremos, entiendes»- decidiera en el futuro trasladar la paridad de jugadores y jugadoras de fútbol, sin tener en cuenta si sirven para la defensa, la media o la delantera. Y es que cuanto más conozco a los políticos más quiero al perro de mi vecina -que está mejor que el iden- porque yo no tengo perro. Me quedo con la alternativa de ir en contra por paridad, es decir, unas veces contra los hombres y otra contra las mujeres.

Un verano caliente por culpa de las ministras y ya veremos si también por culpa de los ministros, pero eso será otro día, cuando perdamos todas las ayudas de la UE para mejorar las infraestructuras de los regadíos. ¿Para qué queremos sembrar remolacha?

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