Las mil caras del sida
No es fácil ponerle una cara al sida. Salvo en los países ricos, la enfermedad corre con más o menos libertad por la mayor parte del mundo y, en cada caso, aparece envuelta en unas circunstancias propias que los organismos internacionales tienen que desentrañar poco a poco. No hay un virus, sino muchos; no hay una única epidemia, sino distintas formas de un mal complejo, con ramificaciones sociales ajenas a la medicina, que se extiende sin pausa desde hace 20 años.
«Cada una de las epidemias tiene un curso y una dinámica diferente», afirma un editorial publicado en la revista 'The Lancet' en un número reciente dedicado íntegramente al sida. «Cada una de ellas varía de ciudad a ciudad, de pueblo a pueblo, de comunidad a comunidad».
África corre con la peor parte. La región cuenta con dos tercios de los casos. Nadie sabe qué será de este continente tras el paso del sida. Al mismo tiempo la enfermedad se extiende con rapidez por Asia, pendiente de la suerte que corran países como India, China, Indonesia o Vietnam. Con uno de cada cuatro nuevos casos de la infección, el continente se encuentra en la misma situación que África hace 20 años. Un ligero aumento en esos cuatro países (juntos representan más de la mitad de la población de este territorio) equivale a millones de nuevos afectados y la ruptura de la última frontera que le queda al VIH, una epidemia con 38 millones de rostros. Asia es la clave.
Así lo destaca, siempre que tiene ocasión, Peter Piot, director de ONUSIDA. Según el informe de la oficina de la ONU para el sida, en 2003 se contabilizó el mayor número de infecciones por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). El crecimiento más destacado se registró en el continente asiático.
«Asia se enfrenta a una oportunidad histórica que no puede perder», dijo el pasado jueves Piot durante una conferencia de prensa celebrada en Bangkok (Tailandia). A partir de mañana y hasta el próximo 16 de julio la capital tailandesa será la sede de la XV Conferencia Internacional sobre Sida, el encuentro bianual que reúne a más de 15.000 delegados internacionales.
«El principal problema es que no hay tratamientos», afirma Esayas Abay, médico etíope de 32 años y uno de los escasos especialistas con experiencia en las terapias contra el sida que trabaja en las regiones asiáticas en vías de desarrollo.
SIN FÁRMACOS.
En países como China, oficialmente con 840.000 personas infectadas por el VIH, sólo hay 200 médicos con entrenamiento suficiente para administrar con eficacia los complejos fármacos antisida. En India hay 500, o uno por cada 10.000 pacientes; en Vietnam, uno por cada 11.250.
Abay trabaja en un programa de Médicos Sin Fronteras (MSF) que asiste a 17 centros de salud y a un hospital de referencia en la provincia de Siem Reap, al noreste de Camboya, uno de los centros de la epidemia de sida en Asia. En la región la incidencia de VIH es el doble que en el resto del país. A través de esta red, MSF ofrece la misma terapia antirretroviral de alta intensidad que recibiría un español.
La iniciativa cubre a 4.000 enfermos de sida. La experiencia es insólita en Camboya, donde la tasa de la enfermedad entre la población adulta es del 2,6%, la mayor del sudeste asiático. El número total de habitantes roza los 13 millones. «El tratamiento contra la enfermedad crónica, como la llamamos para evitar el estigma asociado al sida, es sólo una parte del programa. Hemos desarrollado un acuerdo con unas ONG locales para mejorar el acceso a los tratamientos médicos entre la población pobre. Estamos logrando mejoras significativas», explica Abay.
«El proyecto está progresando. Las claves son que exista una capacidad real de ponerlo en marcha, que se integre con las infraestructuras existentes y que se establezcan colaboraciones con las ONG y los organismos locales».
Los detalles de la iniciativa se presentarán en la conferencia de Bangkok. «Debemos tener esperanza», dice Abay. «El principal problema es la falta de tratamientos», insiste.
Como ocurre en África, la mayor parte de los enfermos de sida asiáticos no dispone de fármacos (sólo un 7% de los pacientes de todo el mundo tiene acceso a los antisida) ni tampoco de médicos bien formados que garanticen su correcta administración. Las dos condiciones son imprescindibles para que las terapias -con unas dosis y plazos precisos- sean eficaces.
LAS COPIAS.
En la vecina Tailandia la primera parte del problema se ha paliado de forma significativa durante los últimos años gracias a la copia de antirretrovirales, antes de que expire la patente. El programa se ha convertido en un modelo en la región.
En 1995 el Instituto de Investigación y Desarrollo de la Organización Farmacéutica (GOP) produjo la primera copia de un fármaco antirretroviral (zidovudina) para la prevención de la transmisión del sida de madre a hijo. El GOP se lo vendió al Gobierno, entonces muy escéptico con el éxito de la iniciativa. Durante los cuatro años siguientes se produjeron nuevos duplicados. El respeto de la patente en vigor hubiera requerido el paso de años -en la mayoría de los países en vías de desarrollo alrededor de 20- hasta la llegada de productos antisida baratos. Tailandia, como hizo Brasil en 1996, se saltó las leyes.
En 1999 comenzó una nueva etapa cuando, por primera vez, MSF le encargó medicamentos al GOP. Un año después el Gobierno tailandés vio por fin rentabilidad económica en el proyecto e invirtió fondos que permitieron producir fármacos para 20.000 afectados. En 2002, unos 70.000 tailandeses estaban en tratamiento y Laos, Vietnam y Camboya comenzaron a recibir también antirretrovirales reproducidos en Bangkok. El valor de las exportaciones del GOP rondan ya los tres millones de euros.
«Donde ha habido un liderazgo político responsable, como en Uganda, Tailandia o Camboya, el curso de la epidemia se ha podido cambiar y millones de vidas se han salvado», señala 'The Lancet'.
El GOP quiere llevar ahora su modelo hasta Tanzania, donde 200.000 de los dos millones de afectados requieren tratamiento urgente y sólo 2.000 lo reciben. Pero el programa tiene algunas grietas, según señalan distintas organizaciones.
De las 27 compañías asiáticas que fabrican copias de antirretrovirales, sólo tres han recibido el visto bueno de la OMS por la calidad de sus productos (dos están en Tailandia y una en India). Al mismo tiempo, la escasez de médicos bien entrenados anula los potenciales beneficios de la terapia y supone un grave riesgo para el control de la epidemia.
NO HAY MÉDICOS.
«Si los pacientes [con sida] se medican de forma incorrecta o interrumpen las dosis, el riesgo potencial de aparición de resistencias a los fármacos es significativo», advierte un nuevo informe realizado por la organización estadounidense American Foundation for AIDS Research (AMFAR).
El estudio elabora una clasificación de 13 países asiáticos según el número disponible de médicos con suficiente conocimiento del sida. El primer lugar lo ocupa Japón, con un especialista por cada 24 casos, seguido de Taiwán (uno por cada 100), Hong Kong (uno por cada 300), Singapur (uno por cada 375) y Filipinas (uno por cada 857).
Los puestos más bajos corresponden a Tailandia (un especialista por cada 6.700 infectados), India (el segundo país tras Sudáfrica con más casos de VIH), Vietnam (uno por cada 11.250), Indonesia (uno por cada 4.630) y China continental (uno por cada 4.200).
«Nuestra advertencia es que si hay una proliferación de fármacos genéricos, como muchos están pidiendo, ¿dónde están las infraestructuras para administrarlos?», señaló durante la presentación del estudio Kevin Robert Frost, de la organización Treat Asia, una red de clínicas, centros hospitalarios e instituciones dedicadas a la investigación.
El caso de China ilustra las palabras de Frost, antiguo activista del sida e investigador de la Universidad de Nueva York (EEUU). En 2003 el Gobierno puso en marcha un programa gratuito de distribución de antirretrovirales para 5.000 pacientes. Las pastillas fueron administradas por personal sanitario sin conocimientos específicos sobre el VIH. Al cabo de pocas semanas, entre el 20% y el 40% de los pacientes tratados dejó de tomar los fármacos por sus efectos secundarios, que desconocían porque nadie se los había contado a pesar de estar descritos con detalle. «Las consecuencias de una automedicación masiva pueden ser catastróficas», señala el estudio de AMFAR, que se presentará en la conferencia internacional de Tailandia, que arranca con un lema rotundo: «Acceso [a los tratamientos] para todos».
La tradición africana de tener varios amantes contribuye a diseminar el VIH
JOSÉ LUIS DE LA SERNA
'Enviado especial a Bangkok'
Un artículo de la revista 'Science' de la semana pasada era tajante al afirmar que «la capacidad del preservativo para frenar el sida es superior a la de cualquiera de las otras medidas preventivas que existen contra buena parte de las enfermedades infecciosas conocidas». Su eficacia es mayor, incluso, a la de una gran parte de las vacunas para otras enfermedades. De hecho, la generalización del uso del condón ha demostrado que al VIH se le puede cercar hasta en lugares en donde se auguraba un futuro muy negro, como el que tenía Tailandia hace unos años. Ahora, en este país -donde los programas de prevención se han aplicado de una forma ejemplar- los nuevos casos de infección anual por el retrovirus son mucho más bajos que antes.
¿Cómo es posible entonces que una medida tan simple y tan barata no se haya generalizado en el continente negro, donde existen naciones con una prevalencia tan elevada de sida que tienen riesgo de desaparecer a medio plazo? ¿Son los africanos los más promiscuos del mundo y tienen tantas parejas sexuales en su vida que cualquier medida preventiva es imposible?
El pasado número de 'The Lancet' publicaba un trabajo firmado por Deborah Cohen y Thomas Farley, de la Universidad Tulane de Salud Pública, en EEUU, en el que sugerían las razones por las que el VIH se está diseminando en varias zonas de África.
El estigma de esta enfermedad, la ignorancia de una gran mayoría de la población y la falta de compromiso de los gobiernos para encarar seriamente los planes preventivos pueden explicar parte del drama. Sin embargo, existe una circunstancia determinante que quizá es el elemento que ha permitido la explosión de la patología en ese continente. Los expertos aseguran que el tener varias parejas sexuales a la vez, mantenidas además durante mucho tiempo, es un factor clave para que el VIH se transmita. Los epidemiólogos han observado que en África los hombres y las mujeres tienen relaciones concurrentes con dos o más parejas que duran meses e, incluso, años. En Asia y en Occidente este hecho es casi excepcional. Sobre todo entre las mujeres.
Al sur del Sáhara existen muchas zonas donde lo normal es que varones y féminas tengan a la vez varias parejas sexuales con lo que el riesgo de transmisión del VIH se multiplica. Además, el peligro se eleva porque la carga viral y, consecuentemente, la capacidad de contagio es mucho mayor durante las semanas o los meses que siguen a la infección primaria. «Por lo tanto, en cuanto una persona en la red de relaciones concurrentes contrae el VIH, todas las de su entorno sexual también pueden infectarse por el germen», escriben los autores del trabajo.
En las sociedades en las que la monogamia es común, el virus queda circunscrito a una relación única durante meses o años.
Puesto que la probabilidad de transmisión del VIH en un solo contacto heterosexual es muy baja, la posibilidad de contagio es mucho más elevada en Zimbawe que en Tailandia o en EEUU, donde las relaciones simultáneas son excepcionales.
Es precisamente la continuidad de este tipo de contactos lo que dificulta el uso del preservativo. En una relación ocasional, que con frecuencia se realiza con prostitutas, el condón está casi siempre presente, incluso en África. En una relación establecida, de confianza mutua, como las que se dan en amplias zonas del sur del Sáhara, su utilización es rara.
No se trata de reducir el número de parejas sexuales que se tiene en la vida. Si se usa el preservativo con cada una de ellas, el riesgo de contraer el sida es casi cero.
Por eso es necesario, de acuerdo con los epidemiólogos, que los gobiernos de los países más afectados intenten trasmitir a la población la insensatez que es tener de forma simultánea varias parejas y no usar el condón en cada relación.
«Si el sida no se aborda con absoluto pragmatismo, la enfermedad acabará con las estructuras sociales y la economía de muchos países del mundo», manifestaba Peter Piot, director del programa de sida de la ONU, en una conferencia de prensa celebrada esta semana en Bangkok como antesala a la Conferencia Internacional sobre la enfermedad.
«Hay que acometer la sexualidad del planeta con realismo, sin tabúes religiosos o morales que no sirven para nada. Se trata, también, de ser conscientes de que la drogadicción por vía intravenosa es un hecho y que hay que conseguir, sobre todo, que los adictos se pinchen con jeringuillas y agujas estériles», añadía.
Nuevas estrategias para batir la resistencia del virus
ANGELA BOTO
En la Conferencia Internacional sobre Sida se revisarán las mejores armas para detener la propagación de la pandemia. Estas son algunas de ellas:
VACUNAS, SIN NOVEDADES
Teóricamente la mejor estrategia contra las enfermedades infecciosas es administrar una vacuna que detenga el avance del patógeno. Sin embargo, el VIH planta cara sistemáticamente a todo intento de inmunización. El virus ha demostrado su capacidad para adaptarse a casi cualquier circunstancia, eligiendo el disfraz molecular más adecuado para despistar a fármacos y vacunas, recuperar su forma original y reproducirse más fácilmente cuando mejoran las condiciones. El título de un comentario publicado en 'Science' describe con bastante precisión la situación actual: «Desarrollo de una vacuna contra el sida: Necesidad, incertidumbre, esperanza». Es evidente que con el crecimiento imparable de los casos es necesaria una estrategia de control y prevención, cuyo núcleo es la inmunización. Sin embargo, la biología del VIH continúa siendo en parte un misterio. El año pasado los resultados de un estudio en miles de personas mostraban la cruda realidad: la primera vacuna probada en humanos era igual de eficaz que no recibir protección inmunológica. Otros trabajos en animales indicaban que, en ocasiones, las inmunizaciones hacen que aparezcan familias de virus más letales.
En lo que se refiere a la esperanza y a la vista del panorama, los mencionados expertos no son muy optimistas, o quizá cautelosos. En su opinión, los ensayos clínicos planificados para los próximos cinco años con varias vacunas proporcionarán, sobre todo, respuestas respecto a las características del virus y, particularmente, acerca de su talón de Aquiles.
MÁS ANTIRRETROVIRALES
Todo el arsenal disponible no es suficiente contra un virus que rápidamente se hace resistente. De los laboratorios Merck podría salir una nueva arma antisida, que ataca un objetivo poco explorado, si se confirman los resultados obtenidos en monos. El VIH se apoya en tres enzimas para infectar las células: la transcriptasa inversa, la proteasa y la integrasa. Todos los fármacos existentes dirigen su acción contra las dos primeras, el nuevo producto ha sido diseñado para inhibir a la última. En un estudio publicado en el último 'Science', la carga viral descendió hasta ser indetectable en cuatro de los seis monos que recibieron el tratamiento en las primeras fases de la enfermedad. En los otros dos animales, el virus parece haber empleado una de sus estrategias evasivas, porque se detectó una mutación en la integrasa que podría hacerle más resistente al tratamiento. El L-870812, nombre del nuevo agente, también es activo cuando se administra en fases tardías de la patología, pero, en este caso, su eficacia depende del estado inmunológico del infectado.
PRESERVATIVOS EN GEL
Las mujeres son las más afectadas y, también, las más vulnerables ante el sida. Una de las razones fundamentales es que no logran convencer a sus parejas para que utilicen preservativos. De ahí que una buena parte de los esfuerzos por contener la pandemia es proteger a este colectivo mediante el desarrollo de microbicidas en forma de geles vaginales que inactiven al virus o que impidan que atraviese la mucosa genital. Mediante modelos matemáticos se ha estimado que el uso de estos productos por tan sólo un 20% de las mujeres con riesgo de contraer el sida evitaría 2,5 millones de infecciones en tres años.
Existen entre 40 y 60 compuestos en distintas fases de investigación. Algunos de ellos han superado con éxito las pruebas en animales, pero tal como señalan los autores de un artículo, publicado también en 'Science -'todos ellos pertenecientes a la Alianza Internacional para Microbicidas-, no se sabe si estos resultados se pueden trasladar a los humanos.
En este sentido, subrayan que «la eficacia [de los microbicidas] sólo se puede valorar mediante ensayos clínicos a gran escala». Esto supone miles y miles de mujeres dispuestas a participar en estos estudios. Sirva como dato que para seis de los candidatos más avanzados en el desarrollo serían necesarias alrededor de 31.000 voluntarias.
EL VALOR DE LA EDUCACIÓN
Está claro que no todo es farmacología y en las enfermedades de transmisión sexual más aún. Hacer tomar conciencia del peligro que se corre con conductas de riesgo parece ser suficiente para reducir entre un 15% y un 20% la tasa de infecciones entre los homosexuales varones. Así lo han observado los autores de un estudio, publicado en 'The Lancet' la semana pasada, en el que participaron más de 4.000 'gays' de distintas ciudades de EEUU.
Los investigadores mantuvieron entrevistas periódicas durante cuatro años con la mitad de los voluntarios durante las cuales les daban consejos sobre las conductas sexuales de riesgo. En el grupo que recibió las sesiones se dieron menos casos de contagio de sida que en el que servía de control.
«Cada una de las epidemias tiene un curso y una dinámica diferente», afirma un editorial publicado en la revista 'The Lancet' en un número reciente dedicado íntegramente al sida. «Cada una de ellas varía de ciudad a ciudad, de pueblo a pueblo, de comunidad a comunidad».
África corre con la peor parte. La región cuenta con dos tercios de los casos. Nadie sabe qué será de este continente tras el paso del sida. Al mismo tiempo la enfermedad se extiende con rapidez por Asia, pendiente de la suerte que corran países como India, China, Indonesia o Vietnam. Con uno de cada cuatro nuevos casos de la infección, el continente se encuentra en la misma situación que África hace 20 años. Un ligero aumento en esos cuatro países (juntos representan más de la mitad de la población de este territorio) equivale a millones de nuevos afectados y la ruptura de la última frontera que le queda al VIH, una epidemia con 38 millones de rostros. Asia es la clave.
Así lo destaca, siempre que tiene ocasión, Peter Piot, director de ONUSIDA. Según el informe de la oficina de la ONU para el sida, en 2003 se contabilizó el mayor número de infecciones por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). El crecimiento más destacado se registró en el continente asiático.
«Asia se enfrenta a una oportunidad histórica que no puede perder», dijo el pasado jueves Piot durante una conferencia de prensa celebrada en Bangkok (Tailandia). A partir de mañana y hasta el próximo 16 de julio la capital tailandesa será la sede de la XV Conferencia Internacional sobre Sida, el encuentro bianual que reúne a más de 15.000 delegados internacionales.
«El principal problema es que no hay tratamientos», afirma Esayas Abay, médico etíope de 32 años y uno de los escasos especialistas con experiencia en las terapias contra el sida que trabaja en las regiones asiáticas en vías de desarrollo.
SIN FÁRMACOS.
En países como China, oficialmente con 840.000 personas infectadas por el VIH, sólo hay 200 médicos con entrenamiento suficiente para administrar con eficacia los complejos fármacos antisida. En India hay 500, o uno por cada 10.000 pacientes; en Vietnam, uno por cada 11.250.
Abay trabaja en un programa de Médicos Sin Fronteras (MSF) que asiste a 17 centros de salud y a un hospital de referencia en la provincia de Siem Reap, al noreste de Camboya, uno de los centros de la epidemia de sida en Asia. En la región la incidencia de VIH es el doble que en el resto del país. A través de esta red, MSF ofrece la misma terapia antirretroviral de alta intensidad que recibiría un español.
La iniciativa cubre a 4.000 enfermos de sida. La experiencia es insólita en Camboya, donde la tasa de la enfermedad entre la población adulta es del 2,6%, la mayor del sudeste asiático. El número total de habitantes roza los 13 millones. «El tratamiento contra la enfermedad crónica, como la llamamos para evitar el estigma asociado al sida, es sólo una parte del programa. Hemos desarrollado un acuerdo con unas ONG locales para mejorar el acceso a los tratamientos médicos entre la población pobre. Estamos logrando mejoras significativas», explica Abay.
«El proyecto está progresando. Las claves son que exista una capacidad real de ponerlo en marcha, que se integre con las infraestructuras existentes y que se establezcan colaboraciones con las ONG y los organismos locales».
Los detalles de la iniciativa se presentarán en la conferencia de Bangkok. «Debemos tener esperanza», dice Abay. «El principal problema es la falta de tratamientos», insiste.
Como ocurre en África, la mayor parte de los enfermos de sida asiáticos no dispone de fármacos (sólo un 7% de los pacientes de todo el mundo tiene acceso a los antisida) ni tampoco de médicos bien formados que garanticen su correcta administración. Las dos condiciones son imprescindibles para que las terapias -con unas dosis y plazos precisos- sean eficaces.
LAS COPIAS.
En la vecina Tailandia la primera parte del problema se ha paliado de forma significativa durante los últimos años gracias a la copia de antirretrovirales, antes de que expire la patente. El programa se ha convertido en un modelo en la región.
En 1995 el Instituto de Investigación y Desarrollo de la Organización Farmacéutica (GOP) produjo la primera copia de un fármaco antirretroviral (zidovudina) para la prevención de la transmisión del sida de madre a hijo. El GOP se lo vendió al Gobierno, entonces muy escéptico con el éxito de la iniciativa. Durante los cuatro años siguientes se produjeron nuevos duplicados. El respeto de la patente en vigor hubiera requerido el paso de años -en la mayoría de los países en vías de desarrollo alrededor de 20- hasta la llegada de productos antisida baratos. Tailandia, como hizo Brasil en 1996, se saltó las leyes.
En 1999 comenzó una nueva etapa cuando, por primera vez, MSF le encargó medicamentos al GOP. Un año después el Gobierno tailandés vio por fin rentabilidad económica en el proyecto e invirtió fondos que permitieron producir fármacos para 20.000 afectados. En 2002, unos 70.000 tailandeses estaban en tratamiento y Laos, Vietnam y Camboya comenzaron a recibir también antirretrovirales reproducidos en Bangkok. El valor de las exportaciones del GOP rondan ya los tres millones de euros.
«Donde ha habido un liderazgo político responsable, como en Uganda, Tailandia o Camboya, el curso de la epidemia se ha podido cambiar y millones de vidas se han salvado», señala 'The Lancet'.
El GOP quiere llevar ahora su modelo hasta Tanzania, donde 200.000 de los dos millones de afectados requieren tratamiento urgente y sólo 2.000 lo reciben. Pero el programa tiene algunas grietas, según señalan distintas organizaciones.
De las 27 compañías asiáticas que fabrican copias de antirretrovirales, sólo tres han recibido el visto bueno de la OMS por la calidad de sus productos (dos están en Tailandia y una en India). Al mismo tiempo, la escasez de médicos bien entrenados anula los potenciales beneficios de la terapia y supone un grave riesgo para el control de la epidemia.
NO HAY MÉDICOS.
«Si los pacientes [con sida] se medican de forma incorrecta o interrumpen las dosis, el riesgo potencial de aparición de resistencias a los fármacos es significativo», advierte un nuevo informe realizado por la organización estadounidense American Foundation for AIDS Research (AMFAR).
El estudio elabora una clasificación de 13 países asiáticos según el número disponible de médicos con suficiente conocimiento del sida. El primer lugar lo ocupa Japón, con un especialista por cada 24 casos, seguido de Taiwán (uno por cada 100), Hong Kong (uno por cada 300), Singapur (uno por cada 375) y Filipinas (uno por cada 857).
Los puestos más bajos corresponden a Tailandia (un especialista por cada 6.700 infectados), India (el segundo país tras Sudáfrica con más casos de VIH), Vietnam (uno por cada 11.250), Indonesia (uno por cada 4.630) y China continental (uno por cada 4.200).
«Nuestra advertencia es que si hay una proliferación de fármacos genéricos, como muchos están pidiendo, ¿dónde están las infraestructuras para administrarlos?», señaló durante la presentación del estudio Kevin Robert Frost, de la organización Treat Asia, una red de clínicas, centros hospitalarios e instituciones dedicadas a la investigación.
El caso de China ilustra las palabras de Frost, antiguo activista del sida e investigador de la Universidad de Nueva York (EEUU). En 2003 el Gobierno puso en marcha un programa gratuito de distribución de antirretrovirales para 5.000 pacientes. Las pastillas fueron administradas por personal sanitario sin conocimientos específicos sobre el VIH. Al cabo de pocas semanas, entre el 20% y el 40% de los pacientes tratados dejó de tomar los fármacos por sus efectos secundarios, que desconocían porque nadie se los había contado a pesar de estar descritos con detalle. «Las consecuencias de una automedicación masiva pueden ser catastróficas», señala el estudio de AMFAR, que se presentará en la conferencia internacional de Tailandia, que arranca con un lema rotundo: «Acceso [a los tratamientos] para todos».
La tradición africana de tener varios amantes contribuye a diseminar el VIH
JOSÉ LUIS DE LA SERNA
'Enviado especial a Bangkok'
Un artículo de la revista 'Science' de la semana pasada era tajante al afirmar que «la capacidad del preservativo para frenar el sida es superior a la de cualquiera de las otras medidas preventivas que existen contra buena parte de las enfermedades infecciosas conocidas». Su eficacia es mayor, incluso, a la de una gran parte de las vacunas para otras enfermedades. De hecho, la generalización del uso del condón ha demostrado que al VIH se le puede cercar hasta en lugares en donde se auguraba un futuro muy negro, como el que tenía Tailandia hace unos años. Ahora, en este país -donde los programas de prevención se han aplicado de una forma ejemplar- los nuevos casos de infección anual por el retrovirus son mucho más bajos que antes.
¿Cómo es posible entonces que una medida tan simple y tan barata no se haya generalizado en el continente negro, donde existen naciones con una prevalencia tan elevada de sida que tienen riesgo de desaparecer a medio plazo? ¿Son los africanos los más promiscuos del mundo y tienen tantas parejas sexuales en su vida que cualquier medida preventiva es imposible?
El pasado número de 'The Lancet' publicaba un trabajo firmado por Deborah Cohen y Thomas Farley, de la Universidad Tulane de Salud Pública, en EEUU, en el que sugerían las razones por las que el VIH se está diseminando en varias zonas de África.
El estigma de esta enfermedad, la ignorancia de una gran mayoría de la población y la falta de compromiso de los gobiernos para encarar seriamente los planes preventivos pueden explicar parte del drama. Sin embargo, existe una circunstancia determinante que quizá es el elemento que ha permitido la explosión de la patología en ese continente. Los expertos aseguran que el tener varias parejas sexuales a la vez, mantenidas además durante mucho tiempo, es un factor clave para que el VIH se transmita. Los epidemiólogos han observado que en África los hombres y las mujeres tienen relaciones concurrentes con dos o más parejas que duran meses e, incluso, años. En Asia y en Occidente este hecho es casi excepcional. Sobre todo entre las mujeres.
Al sur del Sáhara existen muchas zonas donde lo normal es que varones y féminas tengan a la vez varias parejas sexuales con lo que el riesgo de transmisión del VIH se multiplica. Además, el peligro se eleva porque la carga viral y, consecuentemente, la capacidad de contagio es mucho mayor durante las semanas o los meses que siguen a la infección primaria. «Por lo tanto, en cuanto una persona en la red de relaciones concurrentes contrae el VIH, todas las de su entorno sexual también pueden infectarse por el germen», escriben los autores del trabajo.
En las sociedades en las que la monogamia es común, el virus queda circunscrito a una relación única durante meses o años.
Puesto que la probabilidad de transmisión del VIH en un solo contacto heterosexual es muy baja, la posibilidad de contagio es mucho más elevada en Zimbawe que en Tailandia o en EEUU, donde las relaciones simultáneas son excepcionales.
Es precisamente la continuidad de este tipo de contactos lo que dificulta el uso del preservativo. En una relación ocasional, que con frecuencia se realiza con prostitutas, el condón está casi siempre presente, incluso en África. En una relación establecida, de confianza mutua, como las que se dan en amplias zonas del sur del Sáhara, su utilización es rara.
No se trata de reducir el número de parejas sexuales que se tiene en la vida. Si se usa el preservativo con cada una de ellas, el riesgo de contraer el sida es casi cero.
Por eso es necesario, de acuerdo con los epidemiólogos, que los gobiernos de los países más afectados intenten trasmitir a la población la insensatez que es tener de forma simultánea varias parejas y no usar el condón en cada relación.
«Si el sida no se aborda con absoluto pragmatismo, la enfermedad acabará con las estructuras sociales y la economía de muchos países del mundo», manifestaba Peter Piot, director del programa de sida de la ONU, en una conferencia de prensa celebrada esta semana en Bangkok como antesala a la Conferencia Internacional sobre la enfermedad.
«Hay que acometer la sexualidad del planeta con realismo, sin tabúes religiosos o morales que no sirven para nada. Se trata, también, de ser conscientes de que la drogadicción por vía intravenosa es un hecho y que hay que conseguir, sobre todo, que los adictos se pinchen con jeringuillas y agujas estériles», añadía.
Nuevas estrategias para batir la resistencia del virus
ANGELA BOTO
En la Conferencia Internacional sobre Sida se revisarán las mejores armas para detener la propagación de la pandemia. Estas son algunas de ellas:
VACUNAS, SIN NOVEDADES
Teóricamente la mejor estrategia contra las enfermedades infecciosas es administrar una vacuna que detenga el avance del patógeno. Sin embargo, el VIH planta cara sistemáticamente a todo intento de inmunización. El virus ha demostrado su capacidad para adaptarse a casi cualquier circunstancia, eligiendo el disfraz molecular más adecuado para despistar a fármacos y vacunas, recuperar su forma original y reproducirse más fácilmente cuando mejoran las condiciones. El título de un comentario publicado en 'Science' describe con bastante precisión la situación actual: «Desarrollo de una vacuna contra el sida: Necesidad, incertidumbre, esperanza». Es evidente que con el crecimiento imparable de los casos es necesaria una estrategia de control y prevención, cuyo núcleo es la inmunización. Sin embargo, la biología del VIH continúa siendo en parte un misterio. El año pasado los resultados de un estudio en miles de personas mostraban la cruda realidad: la primera vacuna probada en humanos era igual de eficaz que no recibir protección inmunológica. Otros trabajos en animales indicaban que, en ocasiones, las inmunizaciones hacen que aparezcan familias de virus más letales.
En lo que se refiere a la esperanza y a la vista del panorama, los mencionados expertos no son muy optimistas, o quizá cautelosos. En su opinión, los ensayos clínicos planificados para los próximos cinco años con varias vacunas proporcionarán, sobre todo, respuestas respecto a las características del virus y, particularmente, acerca de su talón de Aquiles.
MÁS ANTIRRETROVIRALES
Todo el arsenal disponible no es suficiente contra un virus que rápidamente se hace resistente. De los laboratorios Merck podría salir una nueva arma antisida, que ataca un objetivo poco explorado, si se confirman los resultados obtenidos en monos. El VIH se apoya en tres enzimas para infectar las células: la transcriptasa inversa, la proteasa y la integrasa. Todos los fármacos existentes dirigen su acción contra las dos primeras, el nuevo producto ha sido diseñado para inhibir a la última. En un estudio publicado en el último 'Science', la carga viral descendió hasta ser indetectable en cuatro de los seis monos que recibieron el tratamiento en las primeras fases de la enfermedad. En los otros dos animales, el virus parece haber empleado una de sus estrategias evasivas, porque se detectó una mutación en la integrasa que podría hacerle más resistente al tratamiento. El L-870812, nombre del nuevo agente, también es activo cuando se administra en fases tardías de la patología, pero, en este caso, su eficacia depende del estado inmunológico del infectado.
PRESERVATIVOS EN GEL
Las mujeres son las más afectadas y, también, las más vulnerables ante el sida. Una de las razones fundamentales es que no logran convencer a sus parejas para que utilicen preservativos. De ahí que una buena parte de los esfuerzos por contener la pandemia es proteger a este colectivo mediante el desarrollo de microbicidas en forma de geles vaginales que inactiven al virus o que impidan que atraviese la mucosa genital. Mediante modelos matemáticos se ha estimado que el uso de estos productos por tan sólo un 20% de las mujeres con riesgo de contraer el sida evitaría 2,5 millones de infecciones en tres años.
Existen entre 40 y 60 compuestos en distintas fases de investigación. Algunos de ellos han superado con éxito las pruebas en animales, pero tal como señalan los autores de un artículo, publicado también en 'Science -'todos ellos pertenecientes a la Alianza Internacional para Microbicidas-, no se sabe si estos resultados se pueden trasladar a los humanos.
En este sentido, subrayan que «la eficacia [de los microbicidas] sólo se puede valorar mediante ensayos clínicos a gran escala». Esto supone miles y miles de mujeres dispuestas a participar en estos estudios. Sirva como dato que para seis de los candidatos más avanzados en el desarrollo serían necesarias alrededor de 31.000 voluntarias.
EL VALOR DE LA EDUCACIÓN
Está claro que no todo es farmacología y en las enfermedades de transmisión sexual más aún. Hacer tomar conciencia del peligro que se corre con conductas de riesgo parece ser suficiente para reducir entre un 15% y un 20% la tasa de infecciones entre los homosexuales varones. Así lo han observado los autores de un estudio, publicado en 'The Lancet' la semana pasada, en el que participaron más de 4.000 'gays' de distintas ciudades de EEUU.
Los investigadores mantuvieron entrevistas periódicas durante cuatro años con la mitad de los voluntarios durante las cuales les daban consejos sobre las conductas sexuales de riesgo. En el grupo que recibió las sesiones se dieron menos casos de contagio de sida que en el que servía de control.
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