Amenábar presenta 'Mar adentro'
Una de las películas de las que más se ha hablado en los últimos meses aterriza en los cines a través de los ojos azul mar de Ramón Sampedro, el tetrapléjico gallego que luchó por decidir su muerte y que se convirtió en un símbolo para los defensores de la eutanasia. Javier Bardem se transforma en el antiguo marinero amarrado de por vida a una cama en 'Mar adentro', el cuarto título de la carrera de Alejandro Amenábar.
El director, a punto de presentar su cinta a concurso en el Festival de Venecia, donde luchará por el León de Oro, se ha acompañado de todos sus actores -para él, lo mejor de su película- el día antes de enfrentarse al juicio de las taquillas y cuando en el ambiente empieza a respirarse que el filme abrirá de nuevo el debate sobre el derecho a una muerte digna.
Todos ellos han confesado que desde el rodaje, desde que vivieron como propios los sentimientos de Sampedro y su círculo más íntimo (su hermano, su cuñada, sus sobrinos), miran a la vida y a la muerte -el tema recurrente en la filmografía del realizador- desde una perspectiva diferente al menos.
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Sampedro/Bardem, en una de las escenas de la película.
"La muerte no me tiene particularmente obsesionado. Es algo a lo que nos tenemos que enfrentar todos los que estamos aquí. Por qué no hablar de ello", se ha preguntado el director, quien ha intentado que en la historia haya "mucha verdad y mucha sutileza".
Su acercamiento al lecho y el pensamiento del gallego ha merecido la aprobación unánime de su familia, que relató sus vivencias cuando se preparaba el guión, dio el visto bueno al texto definitivo de Amenábar y Mateo Gil y que llegó a reírse incluso cuando vio en pantalla el resultado acompañada de todo el equipo. Según las palabras orgullosas de su director, la película "les ha gustado muchísimo".
Cómo Bardem se convirtió en Sampedro
Javier Bardem asentía a su derecha cada una de sus palabras. Con 20 años menos de los que representa en el filme, el madrileño, con el desparpajo y la simpatía que todos sus compañeros han alabado como ayuda para afrontar los momentos con más tensión del rodaje, ha vuelto a narrar el calvario de cinco horas de maquillaje diario -obra de la británica Jo Allen, la encargada de dejar irreconocible a Nicole Kidman en 'Las horas'- y los espectaculares resultados. Para Bardem, el proceso supone "el 50% del personaje". "Cuando me quejaba pensaba en Ramón. Me bajaba los humos".
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Uno de los sueños del protagonista.
La mirada de Sampedro, su particular forma de hablar y su marcado acento gallego -recibió clases "exhaustivas" de un compañero del reparto para no caer en la "caricatura"- hacen olvidar que es Bardem quien está en pantalla. La preparación del personaje también le obligó a ver una y otra vez el vídeo que recogió la muerte voluntaria de Sampedro, el sufrimiento que los jueces no le quisieron evitar.
"De ese dolor hay que hablar. De que se vean obligados a morir en soledad y con agonía". Tuvo que repetir muchas veces esa escena hasta que le dijo al director que no podía más". "Rompí a llorar para despedirme de él", ha confesado.
Aunque las posturas encontradas sobre la eutanasia quedan reflejadas en la película, no fue la intención del director defender una u otra opinión. "Sólo me dejé llevar por el personaje de Sampedro, pero es un tema sobre el que se terminará legislando. Aunque está claro que estamos con la postura de Ramón porque su vida era suya".
El director, a punto de presentar su cinta a concurso en el Festival de Venecia, donde luchará por el León de Oro, se ha acompañado de todos sus actores -para él, lo mejor de su película- el día antes de enfrentarse al juicio de las taquillas y cuando en el ambiente empieza a respirarse que el filme abrirá de nuevo el debate sobre el derecho a una muerte digna.
Todos ellos han confesado que desde el rodaje, desde que vivieron como propios los sentimientos de Sampedro y su círculo más íntimo (su hermano, su cuñada, sus sobrinos), miran a la vida y a la muerte -el tema recurrente en la filmografía del realizador- desde una perspectiva diferente al menos.
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Sampedro/Bardem, en una de las escenas de la película.
"La muerte no me tiene particularmente obsesionado. Es algo a lo que nos tenemos que enfrentar todos los que estamos aquí. Por qué no hablar de ello", se ha preguntado el director, quien ha intentado que en la historia haya "mucha verdad y mucha sutileza".
Su acercamiento al lecho y el pensamiento del gallego ha merecido la aprobación unánime de su familia, que relató sus vivencias cuando se preparaba el guión, dio el visto bueno al texto definitivo de Amenábar y Mateo Gil y que llegó a reírse incluso cuando vio en pantalla el resultado acompañada de todo el equipo. Según las palabras orgullosas de su director, la película "les ha gustado muchísimo".
Cómo Bardem se convirtió en Sampedro
Javier Bardem asentía a su derecha cada una de sus palabras. Con 20 años menos de los que representa en el filme, el madrileño, con el desparpajo y la simpatía que todos sus compañeros han alabado como ayuda para afrontar los momentos con más tensión del rodaje, ha vuelto a narrar el calvario de cinco horas de maquillaje diario -obra de la británica Jo Allen, la encargada de dejar irreconocible a Nicole Kidman en 'Las horas'- y los espectaculares resultados. Para Bardem, el proceso supone "el 50% del personaje". "Cuando me quejaba pensaba en Ramón. Me bajaba los humos".
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Uno de los sueños del protagonista.
La mirada de Sampedro, su particular forma de hablar y su marcado acento gallego -recibió clases "exhaustivas" de un compañero del reparto para no caer en la "caricatura"- hacen olvidar que es Bardem quien está en pantalla. La preparación del personaje también le obligó a ver una y otra vez el vídeo que recogió la muerte voluntaria de Sampedro, el sufrimiento que los jueces no le quisieron evitar.
"De ese dolor hay que hablar. De que se vean obligados a morir en soledad y con agonía". Tuvo que repetir muchas veces esa escena hasta que le dijo al director que no podía más". "Rompí a llorar para despedirme de él", ha confesado.
Aunque las posturas encontradas sobre la eutanasia quedan reflejadas en la película, no fue la intención del director defender una u otra opinión. "Sólo me dejé llevar por el personaje de Sampedro, pero es un tema sobre el que se terminará legislando. Aunque está claro que estamos con la postura de Ramón porque su vida era suya".
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