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MARSEL & CO

Cuatro pacientes recuperan la vista con un implante de células de su boca

Los investigadores nipones han dado a conocer esta semana el novedoso procedimiento para restaurar la capa superficial de la córnea, la ventana transparente a través de la que vemos. La técnica consiste en reemplazar el tejido dañado que impide la visión por uno nuevo creado en el laboratorio a partir de las células madre obtenidas de una pequeña muestra de epitelio de la cavidad oral del propio afectado. Los cuatro pacientes que han participado en el ensayo de este método han recuperado la vista.

Los cultivos de células precursoras para regenerar la superficie ocular no son una novedad. De hecho, ya se están empezando a utilizar en muchos centros. Pero la diferencia es que, mientras que con el procedimiento habitual el tejido del que se obtienen los progenitores celulares es el propio ojo, en el trabajo que publica el último 'The New England Journal of Medicine' se propone otra fuente: la mucosa que recubre el interior de la boca.

El epitelio corneal consta de cinco o seis capas de células que se renuevan semanalmente. Las encargadas de esta labor regenerativa son las células madre que residen en el limbo, la zona de transición entre la córnea y la conjuntiva. Si esta área se daña, el tejido que se genera es de mala calidad, no transparente y con profusión de vasos sanguíneos, que reducen la capacidad visual.

Un traumatismo, una quemadura, haber sufrido múltiples cirugías en los ojos, infecciones por el virus herpes o enfermedades inflamatorias de la córnea pueden lesionar el limbo irreversiblemente.

En estos casos, se intenta un trasplante de células limbales que funcionan como injertos para reconstruir la superficie ocular. Habitualmente, se obtienen del limbo del ojo sano, pero, en el caso de que los dos estén dañados, se recurre al de un familiar inmunocompatible o al de un donante cadáver. El problema es que, en estos últimos casos, el paciente tiene que seguir un tratamiento inmunosupresor para evitar el rechazo del implante.

El método propuesto por el equipo de la Universidad de Osaka podría resolver este inconveniente. Los investigadores han reproducido por primera vez en humanos la técnica que ya había sido probada con éxito en otro estudio con conejos.
EL PROCESO.

Eligieron a cuatro pacientes con insuficiencia límbica, tres de los cuales habían rechazado, a pesar de la terapia inmunosupresora, un implante celular de donante. A todos se les extrajo quirúrgicamente una pequeña muestra de tejido (de aproximadamente tres por tres milímetros de diámetro) de la parte interior de la mejilla. Se aislaron las células madre epiteliales de los trozos de mucosa oral y se cultivaron en condiciones especiales en el laboratorio para potenciar su crecimiento. Unas semanas más tarde se 'recolectaron' las capas de tejido resultante.

Éste se implantó quirúrgicamente en los ojos de los pacientes sin necesidad de suturas. Sus córneas recuperaron poco a poco la transparencia y su agudeza visual mejoró. No se detectaron complicaciones. Un año después de la intervención, se mantenía la mejoría.

El análisis de las muestras de tejido reveló que el método de cultivo usado logró que los progenitores celulares de la boca se diferenciasen y se transformasen en epitelio corneal. De hecho, los autores sostienen que, a pesar de las diferencias entre los dos tipos de tejidos, al final del proceso el material de la cavidad oral se parecía más al del ojo que al de su lugar de origen.

«Este hallazgo abre una nueva puerta en la investigación, habrá que confirmar estos interesantes resultados en nuevos trabajos», opina Óscar Gris, miembro de la unidad de Córnea y Superficie Ocular del Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona.

A pesar del avance que representa, los especialistas valoran con prudencia las conclusiones del estudio. «Son muy pocos pacientes y no hay marcadores claros que permitan identificar si realmente hay células madre de la córnea, ya que ambos [el tejido del ojo y el de la mucosa oral] expresan marcadores similares». En este sentido se expresa también Graziella Pellegrini, pionera de la terapia celular oftalmológica, en el editorial que acompaña al trabajo en la revista 'New England'. En su opinión, «no es posible confirmar la hipótesis» de los investigadores sobre la capacidad de las células madre bucales para convertirse en epitelio corneal.

Y ofrece explicaciones alternativas para justificar los resultados del equipo nipón. Una de ellas es que, a pesar de la deficiencia límbica, en ocasiones quedan células madre residuales en la superficie ocular. Éstas serían incapaces de regenerar el epitelio corneal por sí solas, pero podrían activarse si recibieran algún estímulo. Éste podría ser el caso. Como se ha visto en pacientes que reciben una donación, el material sano que se implanta puede potenciar la supervivencia de esas células residuales del receptor.

Medir el grosor de la córnea, clave en glaucoma

El grosor de la córnea puede ser un factor determinante a la hora de decidir el tratamiento de los pacientes que sufren glaucoma, una dolencia que se produce cuando la presión sanguínea se eleva dentro del ojo y puede dañar el nervio óptico.

Ya se sabía que las lecturas de presión intraocular pueden verse alteradas en función del espesor de esta capa del globo ocular. De hecho, se lleva tiempo discutiendo la conveniencia de tener en cuenta esta información no sólo en los pacientes con sospecha de glaucoma, sino también en los candidatos a cirugía refractiva con láser, a trasplante corneal y en los usuarios de lentillas. Pero el artículo que recoge el último número de 'The Archives of Ophthalmology' constata en qué medida puede influir sobre la decisión terapéutica.

Los autores evaluaron retrospectivamente a 188 pacientes con glaucoma o sospecha del mismo. Les midieron el grosor de la córnea con ultrasonido (paquimetría) y la presión intraocular.

Utilizando dos fórmulas matemáticas diferentes ajustaron los valores tensionales al alza o a la baja en función del grosor corneal, lo que repercutió a la hora de decidir el tratamiento: colirios hipotensores, terapia láser o cirugía convencional.

Los valores tensionales del 60% de los pacientes sufrieron modificaciones al tener en consideración los nuevos datos. Como consecuencia, entre al 8% y 10% se le modificó la terapia farmacológica, al 2% se le reevaluó la conveniencia de tratarse con láser y al 3% de operarse quirúrgicamente. Los autores subrayan la utilidad práctica de esta medida.

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