Un autotrasplante de ovario confirma la validez de la técnica
Por segunda vez en el mundo un grupo de científicos holandeses ha logrado trasplantar con éxito el ovario de una mujer con cáncer para preservar sus posibilidades de tener hijos. Ha sido en su propio brazo, donde el órgano (menor de cuatro centímetros de diámetro) fue mantenido a salvo de los efectos de la radioterapia, capaz de provocar infertilidad en estas pacientes jóvenes.
En mujeres con carcinoma de cuello de útero, la radioterapia y la quimioterapia suelen acompañar al tratamiento estándar con cirugía, lo que incrementa significativamente el riesgo de fallo ovárico o infertilidad. Para salvar este obstáculo en la actualidad se investiga con varias alternativas, desde la criopreservación de tejido ovárico que después se vuelve a reimplantar, hasta la congelación del órgano completo o del embrión ya fecundado.
El autotrasplante es otra alternativa que ya había dado resultados esperanzadores en animales y que, por segunda vez, se ha logrado realizar con éxito en una paciente, una mujer de 29 años procedente de Surinam (en América Latina).
Científicos del departamento de Ginecología de la Universidad de Leiden, en Holanda, han demostrado que se puede mantener a salvo la función ovárica con una buena vascularización empleando el brazo de la propia paciente como emplazamiento temporal.
Una opción realista
"Estos resultados demuestran que el autotrasplante es un procedimiento técnicamente posible", aseguran los autores del trabajo, publicado en la revista 'Cancer', que lo consideran además una solución "realista" para conservar la función hormonal y reproductiva de aquellas pacientes que deben recibir radiación pélvica como tratamiento de algún tumor.
A diferencia de la laparoscopia que se emplea para extraer tejido ovárico, el ovario que se iba a trasplantar fue extraído en su totalidad mediante una sencilla incisión en el abdomen (laparotomía). Con otro corte de tan sólo siete centímetros fue trasplantado al brazo.
Mediante microinstrumentos de cirugía se realizaron varios injertos para conectar las venas y arterias del órgano con las que pasan por la extremidad, de manera que se asegurase una óptima vascularización, que además pudo ser confirmada desde el exterior mediante ultrasonidos una vez finalizada la operación.
Mientras el procedimiento se llevaba a cabo, otro equipo de cirujanos se encargó de extirpar el útero y el otro ovario para extraer el tumor. Todo el procedimiento duró alrededor de cinco horas y a los 12 días la mujer fue dada de alta del hospital. Un año después, los análisis demostraron que el órgano presentaba una actividad folicular normal.
A juicio de una de las firmantes, la doctora Carina Hildres, este método "mejora sustancialmente la calidad de vida" de las pacientes ya que el ovario trasplantado produce suficientes hormonas como para que la mujer no note la diferencia. Otra cuestión es si esta técnica puede ser útil para conservar la fertilidad, ya que al tiempo que se trasplanta un ovario se extirpan el otro y el útero.
En mujeres con carcinoma de cuello de útero, la radioterapia y la quimioterapia suelen acompañar al tratamiento estándar con cirugía, lo que incrementa significativamente el riesgo de fallo ovárico o infertilidad. Para salvar este obstáculo en la actualidad se investiga con varias alternativas, desde la criopreservación de tejido ovárico que después se vuelve a reimplantar, hasta la congelación del órgano completo o del embrión ya fecundado.
El autotrasplante es otra alternativa que ya había dado resultados esperanzadores en animales y que, por segunda vez, se ha logrado realizar con éxito en una paciente, una mujer de 29 años procedente de Surinam (en América Latina).
Científicos del departamento de Ginecología de la Universidad de Leiden, en Holanda, han demostrado que se puede mantener a salvo la función ovárica con una buena vascularización empleando el brazo de la propia paciente como emplazamiento temporal.
Una opción realista
"Estos resultados demuestran que el autotrasplante es un procedimiento técnicamente posible", aseguran los autores del trabajo, publicado en la revista 'Cancer', que lo consideran además una solución "realista" para conservar la función hormonal y reproductiva de aquellas pacientes que deben recibir radiación pélvica como tratamiento de algún tumor.
A diferencia de la laparoscopia que se emplea para extraer tejido ovárico, el ovario que se iba a trasplantar fue extraído en su totalidad mediante una sencilla incisión en el abdomen (laparotomía). Con otro corte de tan sólo siete centímetros fue trasplantado al brazo.
Mediante microinstrumentos de cirugía se realizaron varios injertos para conectar las venas y arterias del órgano con las que pasan por la extremidad, de manera que se asegurase una óptima vascularización, que además pudo ser confirmada desde el exterior mediante ultrasonidos una vez finalizada la operación.
Mientras el procedimiento se llevaba a cabo, otro equipo de cirujanos se encargó de extirpar el útero y el otro ovario para extraer el tumor. Todo el procedimiento duró alrededor de cinco horas y a los 12 días la mujer fue dada de alta del hospital. Un año después, los análisis demostraron que el órgano presentaba una actividad folicular normal.
A juicio de una de las firmantes, la doctora Carina Hildres, este método "mejora sustancialmente la calidad de vida" de las pacientes ya que el ovario trasplantado produce suficientes hormonas como para que la mujer no note la diferencia. Otra cuestión es si esta técnica puede ser útil para conservar la fertilidad, ya que al tiempo que se trasplanta un ovario se extirpan el otro y el útero.
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