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La Montaña Palentina, previsora ante la amenaza blanca

La Montaña Palentina, previsora ante la amenaza blanca Cada vez que los meteorólogos muestran que la combinación entre frío y precipitaciones va a existir, entre los pocos habitantes de la zona montañosa de la provincia, al norte de la misma, se da un cierto sentimiento de indefensión. Una sensación que vivieron en sus carnes los propietarios de un restaurante en la subida a El Golobar hasta el pasado jueves y a lo largo de una semana.

Tanto tiempo no es algo normal, pero ninguno de los habitantes de la parte más septentrional de Palencia está libre. Ellos lo saben. Va a ser, por norma general escasamente un día, a lo sumo dos, pero durante ese tiempo van a estar incomunicados por carretera con el resto del mundo, y lo más importante, sin los servicios más primordiales.

Sin embargo, después de años y años viendo como sobre los tejados de sus casas y en las vías de comunicación se posaban los copos de la blanca nieve, esto nos les coge por sorpresa. «Aquí hay que ser previsores», comenta Miguel Ángel Calderón, uno de los 20 vecinos de la localidad de Salcedillo, a tres kilómetros del límite con la comunidad de Cantabria y muy cerca de El Golobar.

Las primeras nevadas del año, las que se produjeron la semana pasada, les han pillado con la despensa llena de comida, buenas mantas y el almacén pleno de madera y bombonas de butano. «Son cosas que hacemos por si acaso. Pero últimamente no pasamos más de un día incomunicados, a lo sumo dos si las condiciones son muy malas».

Y es que pese a encontrarse a más de 1.200 metros de altura, y a las faldas de Peña Rubia, su situación estratégica como punto de unión entre la comunidad de Cantabria y Castilla y León les permite que la vía que pasa por la localidad esté limpia de nieve a las pocas horas de que caigan los primeros copos.

«Ya no consideramos que haya problemas de incomunicación. Al poco tiempo tenemos a las máquinas quintanieves, tanto las de Palencia de la Diputación, como las de Cantabria limpiando la carretera», comenta la madre de Miguel Ángel Calderón, quien ha visto nevadas mucho más copiosas que las que habitualmente caen en esta zona de la provincia palentina.

«El verdadero problema se da cuando hay ventisca», matiza Andrés González, otro vecino de Salcedillo, ahora jubilado. «Como haya ventisca, ya puede pasar la máquina todo lo que quiera que se amontona la nieve en la carretera».

En esos casos el proceso de quitar la nieve de la vía se vuelve más costoso, pero no imposible. «Cuando se amontona mucha tiene que venir la máquina fresadora», explica, conocedor de esta labor Miguel Ángel, sobre todo por los inviernos que ha pasado en la localidad de Salcedillo.

Al calor. Partiendo de la base de que ya no nieva como antes, tal y como ratifican los habitantes de la Montaña Palentina, éstos buscan la comodidad. Madera de los bosques cercanos o el carbón que tanta vida dio en un pasado a esta comarca son las formas de calentarse durante el blanco invierno. Y todo ello está ya guardado y bien guardado para que en el momento en el que la nieve cubra las calles del pueblo no haya que ir muy lejos.

La mayoría de los vecinos de Salcedillo se dedican a la ganadería, por lo que no necesitan ir a trabajar fuera mientras estén incomunicados. Tampoco podrían. «Aquí tenemos una pala que se pone en un tractor. Pero la persona que está encargada de manejarla no vive aquí, así que si no está abierto el camino hasta el pueblo desde Barruelo, las calles no se pueden limpiar». Solución: tirar de pala para poder llegar no muy lejos, como ratifica Andrés González, quien este año no pasará el invierno en Salcedillo. «No he puesto calefacción en la casa. Prefiero bajarme a Barruelo hasta el próximo mes de abril o mayo», explica.

No es un caso aislado, aunque la mayoría pasa el invierno en su casa, pese a las nevadas y las incomodidades. Dos valles más al oeste del de Salcedillo se encuentra la localidad de Perapertú, perteneciente al municipio de San Cebrián de Mudá. Allí vive Nicolás. «Yo sí me quedo aquí todo el invierno, pese a las incomodidades que pueda haber», reconoce, mientras corta unos troncos con los que avivar, hasta el mes de abril, la estufa con la que combate el frío de la nieve. La última nevada, la de la semana pasada, estuvo a punto de cuajar frente a la puerta de su casa en esta localidad de cinco vecinos. «Nada, aquí la nieve sólo tapó el suelo. Un poco más arriba sí cuajó bien», dice señalando hacia un bosque cercano.

Pero a Perapertú también llegaron las máquinas quitanieves. «No nos quedamos más de uno o dos días incomunicados. No tardan mucho en pasar las máquinas. Además, hay una cuña allá abajo, en San Cebrián, y ésa también ayuda a limpiar la carretera y las calles del pueblo», detalla Nicolás.

Sanidad. Es el único problema que los habitantes de estas zonas de la provincia ven para vivir en invierno.

El frío se mitiga con el fuego de la leña o del carbón, el hambre con unas buenas reservas de alimentos en la nevera o el arca, pero ante la enfermedad... Ante la enfermedad no hay nada más que trasladarse al centro sanitario más cercano y para eso hay que ponerse en carretera. O bien el enfermo para llegar, o bien el médico para acudir hasta el punto en el que le necesitan. «Ésa es nuestra mayor preocupación en caso de que nos quedemos incomunicados durante una nevada: que enfermemos por cualquier razón», reconoce Nicolás mientras deja de cortar leña para mirar al horizonte, hacia abajo, allá en el valle de Mudá, donde también nieva, pero menos que en la montaña.

NO COMO ANTES

Es raro que en la actualidad se den en invierno pueblos totalmente incomunicados. Por carretera, todos los años son varios los miles de palentinos que se quedan separados del mundo debido a las nevadas, pero ya no es como ocurría antes.

«Hasta el año 1977, las cosas aquí eran muy distintas. Las calles eran de barro, tierra y piedras. Ahora por lo menos son de hormigón o asfalto, y las máquinas pueden limpiarlas bien. Además, cada uno tiene en su casa teléfono, tanto fijo como móvil, así que no se puede decir que estemos en ningún momento incomunicados, ya que si hay algún problema podemos llamar a donde sea necesario», explica, en Salcedillo, Andrés González quien fue en aquellos años el alcalde de la localidad.

Antes también había conexión telefónica con el resto del mundo, pero se cortaba con facilidad por las ventiscas y las nevadas. «Lo mismo pasaba con la electricidad. Un invierno entero nos lo pasamos sin ella porque la nieve había cortado el suministro, se había quemado la instalación y no había forma de volver a ponerla bien».

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