Ultrasonidos para tratar las embolias cerebrales
La combinación de dos estrategias ya conocidas, un fármaco trombolítico y los ultrasonidos, ofrece resultados positivos para tratar las embolias cerebrales.
El sistema es algo así como la pareja que forman la lavadora y el detergente que unidos logran, en este caso, disolver el trombo que obstruye la arteria media cerebral y restaurar lo más pronto posible la circulación sanguínea. El paciente se recupera antes y sin secuelas neurológicas.
La eficacia de esta técnica acaba de demostrarse en un ensayo clínico multicéntrico cuyos resultados han sido publicados en la revista 'New England Journal of Medicine'. Este sistema ofrece una nueva perspectiva para la terapia del ictus isquémico (embolia).
Se trata de la administración de un fármaco trombolítico, el activador tisular del plasminógeno (t-PA), junto con la aplicación de doppler transcraneal (los ultrasonidos de la ecografía), que se utiliza habitualmente en el diagnóstico de múltiples patologías neurológicas.
"Desde 1995 ésta es la primera vez que se demuestra que la terapia trombolítica se puede mejorar, siempre que se utilice en las tres primeras horas de haberse producido el ictus", explica a 'elmundosalud.com' Carlos A. Molina que es coordinador de la Unidad Neurovascular del Hospital Vall d'Hebron y uno de los autores del estudio.
Aunque no se conoce bien el mecanismo de acción de este binomio, una de las posibles explicaciones es que las altas frecuencias de los ultrasonidos penetran a través de los tejidos y huesos hasta llegar a la arteria bloqueada. Una vez allí las ondas transforman parte de los gases disueltos en la sangre en pequeñas burbujas. Estas burbujas empiezan a vibrar y van produciendo orificios en la estructura del trombo lo que facilita la penetración del fármaco en el 'obtáculo', así se disuelve antes y mejor.
En este y otros hospitales ya se había observado en modelos experimentales que los ultrasonidos potencian el efecto del fármaco. Sin embargo, existían dudas sobre su seguridad ya que se pensaba que podrían aumentar el riesgo de hemorragia cerebral.
Para comprobar la eficacia y seguridad de este sistema, los investigadores llevaron a cabo un estudio con 126 pacientes que habían sufrido un accidente cerebrovascular. Todos recibieron activador tisular del plasminógeno y en la mitad de ellos se empleó al mismo tiempo los ultrasonidos. El resto sólo recibió el t-PA.
Dentro de las dos primeras horas después de la administración del fármaco en el 49% de los pacientes sometidos a la terapia combinada se consiguió la completa recanalización de la arteria (disolución del trombo y restablecimiento del flujo) o una espectacular recuperación clínica, algo que sólo se logró en el 30% de los sujetos a los que sólo se les administró el fármaco.
A los tres meses, el 42% de los pacientes que recibieron medicación y ultrasonidos presentó una completa recuperación frente al 29% de los enfermos del grupo control. Se observó el mismo número de hemorragias cerebrales entre los pacientes de cada grupo (tres en cada uno de ellos) por lo que el sistema parace ser seguro.
"Nuestros resultados indican un efecto biológico de los ultrasonidos que se añade a la terapia trombolítica sistémica en pacientes con ictus isquémico agudo, ya que la combinación de estas ténicas puede facilitar la recuperación clínica", comentan los autores del estudio.
Sin incremento del coste
Uno de los inconvenientes de este sistema es que sólo un pequeño número de centros tienen neurólogos experimentados en realizar esta técnica con la terapia t-PA. Sin embargo, este manejo puede adquirirse a través de clases tutorizadas en un periodo de tiempo razonable.
Como explica el doctor Carlos A. Molina, "con un pequeño entrenamiento cualquiera de los neurólogos españoles que forman parte de las unidades neurovasculares podrían manejar esta herramienta. Además el 99% de estos centros ya cuentan con doppler transcraneales así que la terapia combinada no aumenta el coste del tratamiento de estos ictus".
Según este experto la combinación terapeútica podría ser útil en el 18% de los pacientes con ictus cerebral. La cifra no es mayor porque hay un gran número de personas que acude tardíamente al hospital y el fármaco más allá de las tres horas postinfarto es más peligroso que beneficioso ya que el tejido cerebral tras la isquemia está tan dañado que la medicación puede favorecer la aparición de hemorragias.
Por este motivo, el doctor Molina defiende las campañas divulgativas para que aumente el porcentaje de afectados que acudan antes al hospital.
El siguiente paso será demostrar estos resultados con un mayor número de pacientes, un ensayo en fase 3, algo que ya se está poniendo en marcha con un equipo multidisciplinar formado hasta el momento por 18 centros europeos y otros tantos estadounidenses que sumarán un total de 1.000 participantes. Carlos A. Molina estará coordinando desde Europa el estudio y Andrei V. Alexandrov será su homólogo estadounidense. Si la técnica confirma su eficacia será el último paso para adoptarla en la práctica clínica.
El sistema es algo así como la pareja que forman la lavadora y el detergente que unidos logran, en este caso, disolver el trombo que obstruye la arteria media cerebral y restaurar lo más pronto posible la circulación sanguínea. El paciente se recupera antes y sin secuelas neurológicas.
La eficacia de esta técnica acaba de demostrarse en un ensayo clínico multicéntrico cuyos resultados han sido publicados en la revista 'New England Journal of Medicine'. Este sistema ofrece una nueva perspectiva para la terapia del ictus isquémico (embolia).
Se trata de la administración de un fármaco trombolítico, el activador tisular del plasminógeno (t-PA), junto con la aplicación de doppler transcraneal (los ultrasonidos de la ecografía), que se utiliza habitualmente en el diagnóstico de múltiples patologías neurológicas.
"Desde 1995 ésta es la primera vez que se demuestra que la terapia trombolítica se puede mejorar, siempre que se utilice en las tres primeras horas de haberse producido el ictus", explica a 'elmundosalud.com' Carlos A. Molina que es coordinador de la Unidad Neurovascular del Hospital Vall d'Hebron y uno de los autores del estudio.
Aunque no se conoce bien el mecanismo de acción de este binomio, una de las posibles explicaciones es que las altas frecuencias de los ultrasonidos penetran a través de los tejidos y huesos hasta llegar a la arteria bloqueada. Una vez allí las ondas transforman parte de los gases disueltos en la sangre en pequeñas burbujas. Estas burbujas empiezan a vibrar y van produciendo orificios en la estructura del trombo lo que facilita la penetración del fármaco en el 'obtáculo', así se disuelve antes y mejor.
En este y otros hospitales ya se había observado en modelos experimentales que los ultrasonidos potencian el efecto del fármaco. Sin embargo, existían dudas sobre su seguridad ya que se pensaba que podrían aumentar el riesgo de hemorragia cerebral.
Para comprobar la eficacia y seguridad de este sistema, los investigadores llevaron a cabo un estudio con 126 pacientes que habían sufrido un accidente cerebrovascular. Todos recibieron activador tisular del plasminógeno y en la mitad de ellos se empleó al mismo tiempo los ultrasonidos. El resto sólo recibió el t-PA.
Dentro de las dos primeras horas después de la administración del fármaco en el 49% de los pacientes sometidos a la terapia combinada se consiguió la completa recanalización de la arteria (disolución del trombo y restablecimiento del flujo) o una espectacular recuperación clínica, algo que sólo se logró en el 30% de los sujetos a los que sólo se les administró el fármaco.
A los tres meses, el 42% de los pacientes que recibieron medicación y ultrasonidos presentó una completa recuperación frente al 29% de los enfermos del grupo control. Se observó el mismo número de hemorragias cerebrales entre los pacientes de cada grupo (tres en cada uno de ellos) por lo que el sistema parace ser seguro.
"Nuestros resultados indican un efecto biológico de los ultrasonidos que se añade a la terapia trombolítica sistémica en pacientes con ictus isquémico agudo, ya que la combinación de estas ténicas puede facilitar la recuperación clínica", comentan los autores del estudio.
Sin incremento del coste
Uno de los inconvenientes de este sistema es que sólo un pequeño número de centros tienen neurólogos experimentados en realizar esta técnica con la terapia t-PA. Sin embargo, este manejo puede adquirirse a través de clases tutorizadas en un periodo de tiempo razonable.
Como explica el doctor Carlos A. Molina, "con un pequeño entrenamiento cualquiera de los neurólogos españoles que forman parte de las unidades neurovasculares podrían manejar esta herramienta. Además el 99% de estos centros ya cuentan con doppler transcraneales así que la terapia combinada no aumenta el coste del tratamiento de estos ictus".
Según este experto la combinación terapeútica podría ser útil en el 18% de los pacientes con ictus cerebral. La cifra no es mayor porque hay un gran número de personas que acude tardíamente al hospital y el fármaco más allá de las tres horas postinfarto es más peligroso que beneficioso ya que el tejido cerebral tras la isquemia está tan dañado que la medicación puede favorecer la aparición de hemorragias.
Por este motivo, el doctor Molina defiende las campañas divulgativas para que aumente el porcentaje de afectados que acudan antes al hospital.
El siguiente paso será demostrar estos resultados con un mayor número de pacientes, un ensayo en fase 3, algo que ya se está poniendo en marcha con un equipo multidisciplinar formado hasta el momento por 18 centros europeos y otros tantos estadounidenses que sumarán un total de 1.000 participantes. Carlos A. Molina estará coordinando desde Europa el estudio y Andrei V. Alexandrov será su homólogo estadounidense. Si la técnica confirma su eficacia será el último paso para adoptarla en la práctica clínica.
0 comentarios