Aniversario del primer trasplante
Ronald Herrick no tuvo ninguna duda. La salud de su hermano gemelo, Richard, que a los 23 años se estaba muriendo de una nefritis crónica, era lo primero. Por eso, cuando supo que si le donaba un riñón podía salvarle la vida, no lo pensó dos veces.
Pero había un problema: nunca antes se había realizado con eficacia un trasplante de este tipo. Pese al riesgo que entrañaba la operación, el doctor Joseph Murray asumió el reto y los tres hombres se convirtieron en los protagonistas del primer trasplante de riñón de la historia.
Fue el 23 de diciembre de 1954, hace justo 50 años, cuando en el hospital Peter Bent Brigham de Boston (Estados Unidos) en la actualidad el hospital de Mujeres Brigham- el doctor Murray escribía una de las páginas más importantes para el futuro de la Medicina al trasplantar con éxito un riñón a Richard Herrick.
Por esta hazaña, Joseph Murray recibió en 1990 el Premio Nobel de Medicina, pero la historia no es tan bonita como parece, ya que antes de que le llegara el reconocimiento tuvo que hacer frente a muchas dificultades.
Hasta esa fecha, ningún médico había conseguido realizar un trasplante con eficacia y los esfuerzos de los especialistas se centraban en encontrar una manera eficaz evitar el rechazo del injerto. Con este panorama, cuando Ronald Herrick le sugirió al doctor Murray la posibilidad de donarle un riñón a su hermano, el médico le dijo que era imposible. Pero después pensó que si Ronald y Richard eran gemelos idénticos podían disminuir las probabilidades de que éste último rechazara el riñón.
La reflexión de Joseph Murray no fue fruto del azar. El doctor llevaba dos años estudiando este tipo de operaciones y había desarrollado una técnica quirúrgica de trasplantes en perros. En sus ensayos, Murray había observado que un riñón trasplantado de un perro a otro perro podía funcionar. El caso de los gemelos le daba la oportunidad de probar sus teorías con humanos. Pero esta posibilidad era arriesgada y requería prepararla muy bien.
El proceso
Lo primero que tenía que comprobar Murray es que los gemelos Herrick fueran exactamente idénticos. Para ello recurrió al Departamento de Policía de Boston, donde se sirvió de las huellas dactilares. Una vez seguro de que los hermanos eran idénticos y con el equipo de médicos preparado todo estaba listo para realizar la operación.
Pero antes de entrar en quirófano, el doctor Murray tuvo que soportar todo tipo de críticas sobre si lo que iba a hacer era ético y los insultos de los sectores que le acusaban de "jugar a ser Dios" y de poner en peligro vidas humanas.
No obstante, el doctor Murray decidió seguir adelante con su decisión y en los días previos a Navidad operó a los hermanos. Unos 90 minutos después de que un grupo de cirujanos retirara uno de los riñones sanos de Ronald Herrick, Joseph Murray lo trasplantó con éxito en el cuerpo de Richard.
Esta operación no sólo le ofreció a Richard Herrick ocho años más de vida, sino que también le dio la oportunidad de conocer a la mujer de su vida, su esposa Clare, la enfermera que le cuidó en la sala de recuperación. Richard murió en marzo de 1963 por un fallo cardiaco. Su hermano todavía vive.
El valor y el coraje de estas tres personas sirvieron para abrir un nuevo camino en el mundo de la medicina, el de los trasplantes, que desde entonces ha salvado la vida de miles de personas.
Nuevos retos
A pesar del éxito de Murray, su intervención no solucionaba el problema del rechazo de órganos. No fue hasta la década de los 60, cuando aparecieron los fármacos inmunosupresores, como la azatriopina o la ciclosporina, que mejoró la respuesta de los pacientes a los injertos.
Gracias a los avances hechos en la medicina, con la llegada de las técnicas quirúrgicas menos invasivas y de medicamentos más eficaces contra el rechazo, los sujetos que reciben un trasplante se recuperan más rápido y mejor.
Pero todavía queda mucho por hacer en el terreno de los trasplantes. Así, el doctor Murray, señala que el futuro de este campo "pasa por las células madre". "Somos víctimas de nuestro propio éxito. En la actualidad es imposible satisfacer la demanda de gente que necesita un trasplante porque no hay donantes suficientes. Por eso, es necesario que logremos crear órganos de una manera artificial. El papel de las células madre es vital", declara el Premio Nobel a la revista científica 'JAMA'.
Pero había un problema: nunca antes se había realizado con eficacia un trasplante de este tipo. Pese al riesgo que entrañaba la operación, el doctor Joseph Murray asumió el reto y los tres hombres se convirtieron en los protagonistas del primer trasplante de riñón de la historia.
Fue el 23 de diciembre de 1954, hace justo 50 años, cuando en el hospital Peter Bent Brigham de Boston (Estados Unidos) en la actualidad el hospital de Mujeres Brigham- el doctor Murray escribía una de las páginas más importantes para el futuro de la Medicina al trasplantar con éxito un riñón a Richard Herrick.
Por esta hazaña, Joseph Murray recibió en 1990 el Premio Nobel de Medicina, pero la historia no es tan bonita como parece, ya que antes de que le llegara el reconocimiento tuvo que hacer frente a muchas dificultades.
Hasta esa fecha, ningún médico había conseguido realizar un trasplante con eficacia y los esfuerzos de los especialistas se centraban en encontrar una manera eficaz evitar el rechazo del injerto. Con este panorama, cuando Ronald Herrick le sugirió al doctor Murray la posibilidad de donarle un riñón a su hermano, el médico le dijo que era imposible. Pero después pensó que si Ronald y Richard eran gemelos idénticos podían disminuir las probabilidades de que éste último rechazara el riñón.
La reflexión de Joseph Murray no fue fruto del azar. El doctor llevaba dos años estudiando este tipo de operaciones y había desarrollado una técnica quirúrgica de trasplantes en perros. En sus ensayos, Murray había observado que un riñón trasplantado de un perro a otro perro podía funcionar. El caso de los gemelos le daba la oportunidad de probar sus teorías con humanos. Pero esta posibilidad era arriesgada y requería prepararla muy bien.
El proceso
Lo primero que tenía que comprobar Murray es que los gemelos Herrick fueran exactamente idénticos. Para ello recurrió al Departamento de Policía de Boston, donde se sirvió de las huellas dactilares. Una vez seguro de que los hermanos eran idénticos y con el equipo de médicos preparado todo estaba listo para realizar la operación.
Pero antes de entrar en quirófano, el doctor Murray tuvo que soportar todo tipo de críticas sobre si lo que iba a hacer era ético y los insultos de los sectores que le acusaban de "jugar a ser Dios" y de poner en peligro vidas humanas.
No obstante, el doctor Murray decidió seguir adelante con su decisión y en los días previos a Navidad operó a los hermanos. Unos 90 minutos después de que un grupo de cirujanos retirara uno de los riñones sanos de Ronald Herrick, Joseph Murray lo trasplantó con éxito en el cuerpo de Richard.
Esta operación no sólo le ofreció a Richard Herrick ocho años más de vida, sino que también le dio la oportunidad de conocer a la mujer de su vida, su esposa Clare, la enfermera que le cuidó en la sala de recuperación. Richard murió en marzo de 1963 por un fallo cardiaco. Su hermano todavía vive.
El valor y el coraje de estas tres personas sirvieron para abrir un nuevo camino en el mundo de la medicina, el de los trasplantes, que desde entonces ha salvado la vida de miles de personas.
Nuevos retos
A pesar del éxito de Murray, su intervención no solucionaba el problema del rechazo de órganos. No fue hasta la década de los 60, cuando aparecieron los fármacos inmunosupresores, como la azatriopina o la ciclosporina, que mejoró la respuesta de los pacientes a los injertos.
Gracias a los avances hechos en la medicina, con la llegada de las técnicas quirúrgicas menos invasivas y de medicamentos más eficaces contra el rechazo, los sujetos que reciben un trasplante se recuperan más rápido y mejor.
Pero todavía queda mucho por hacer en el terreno de los trasplantes. Así, el doctor Murray, señala que el futuro de este campo "pasa por las células madre". "Somos víctimas de nuestro propio éxito. En la actualidad es imposible satisfacer la demanda de gente que necesita un trasplante porque no hay donantes suficientes. Por eso, es necesario que logremos crear órganos de una manera artificial. El papel de las células madre es vital", declara el Premio Nobel a la revista científica 'JAMA'.
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