Aguas
Para poder seguir disfrutando del agua y de los ecosistemas asociados a ella (ríos, lagos, humedales, etc) es necesario un cambio de la mentalidad economicista actual hacia una gestión sostenible destinada a proteger la complejidad de los ecosistemas acuáticos.
Se debe plantear una nueva serie de actuaciones que no acaben con la naturalidad de nuestros ríos. Los embalses, las canalizaciones, depuradoras, colectores responden a un modelo que ha reducido la disponibilidad de agua y no ha conseguido mantener la calidad.
Estas son las razones para oponernos al modelo de planificación del Plan Hidrológico Nacional, que simplemente fomenta los mecanismos que permitan almacenar y trasvasar agua de unas cuencas a otras, basando la gestión del agua en la capacidad de embalse de nuestro país y la capacidad de trasvase con la construcción de grandes canales hidráulicos. De esta forma se priman las obras de construcción de hormigón y la oferta ilimitada de más agua sin considerar el ahorro, la eficiencia en el uso, la prevención de la contaminación y la protección de nuestros ríos, patrimonio de las generaciones futuras.
Es necesario cambiar el objetivo de controlar la Naturaleza por el de conocerla mejor para saber acoplar nuestro desarrollo a sus leyes, equilibrios y limitaciones. Argumentos como el desequilibrio hidrológico entre la España seca y la húmeda, o entre cuencas excedentarias y deficitarias, o el de que el agua de un rio se pierde en el mar; reflejan el enfoque obsoleto del Plan Hidrológico Nacional. El agua de un rio no se pierde en el mar ya que el aporte de sedimentos que se han ido incorporando al curso del rio es imprescindible para que haya vida en las desembocaduras de los ríos. Sin estos aportes el ecosistema litoral se vería seriamente afectado, las playas no se regenerarían de manera natural, la pesca disminuiría, ...
Actualmente, la gestión sostenible es aquella que consigue el abastecimiento de la población con los recursos propios, en las cuencas de los ríos, y garantiza además la supervivencia de los ecosistemas acuáticos en un estado ecológico natural.
Consideramos que la Administración debe fomentar un debate abierto, en profundidad, científico, realista sobre los problemas intrínsecos que cada sector genera en la utilización del agua, que busque los consensos científicos y sociales necesarios para involucrar a todas las personas y establecer unos criterios básicos generales.
Se debe plantear una nueva serie de actuaciones que no acaben con la naturalidad de nuestros ríos. Los embalses, las canalizaciones, depuradoras, colectores responden a un modelo que ha reducido la disponibilidad de agua y no ha conseguido mantener la calidad.
Estas son las razones para oponernos al modelo de planificación del Plan Hidrológico Nacional, que simplemente fomenta los mecanismos que permitan almacenar y trasvasar agua de unas cuencas a otras, basando la gestión del agua en la capacidad de embalse de nuestro país y la capacidad de trasvase con la construcción de grandes canales hidráulicos. De esta forma se priman las obras de construcción de hormigón y la oferta ilimitada de más agua sin considerar el ahorro, la eficiencia en el uso, la prevención de la contaminación y la protección de nuestros ríos, patrimonio de las generaciones futuras.
Es necesario cambiar el objetivo de controlar la Naturaleza por el de conocerla mejor para saber acoplar nuestro desarrollo a sus leyes, equilibrios y limitaciones. Argumentos como el desequilibrio hidrológico entre la España seca y la húmeda, o entre cuencas excedentarias y deficitarias, o el de que el agua de un rio se pierde en el mar; reflejan el enfoque obsoleto del Plan Hidrológico Nacional. El agua de un rio no se pierde en el mar ya que el aporte de sedimentos que se han ido incorporando al curso del rio es imprescindible para que haya vida en las desembocaduras de los ríos. Sin estos aportes el ecosistema litoral se vería seriamente afectado, las playas no se regenerarían de manera natural, la pesca disminuiría, ...
Actualmente, la gestión sostenible es aquella que consigue el abastecimiento de la población con los recursos propios, en las cuencas de los ríos, y garantiza además la supervivencia de los ecosistemas acuáticos en un estado ecológico natural.
Consideramos que la Administración debe fomentar un debate abierto, en profundidad, científico, realista sobre los problemas intrínsecos que cada sector genera en la utilización del agua, que busque los consensos científicos y sociales necesarios para involucrar a todas las personas y establecer unos criterios básicos generales.
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