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MARSEL & CO

Los bomberos siguen luchando cerca de Londres contra un fuego que podría tardar días en apagarse

El incendio producido por una serie de explosiones en un gran centro de distribución de combustible al norte de Londres sigue siendo tan espectacular como al principio, tanto que los bomberos podrían tardar aún varios días en sofocar completamente las llamas.

Esas son las pesimistas previsiones de algunos expertos ante la envergadura de la catástrofe, que el jefe local de bomberos calificó como posiblemente la mayor de su tipo en la Europa de la posguerra.

En el incendio resultaron heridas 43 personas, pero sólo dos de ellas de carácter grave, lo que se debe en buena parte a que las explosiones se produjeron en la madrugada de un domingo, por lo que había menos trabajadores de lo habitual.

Alrededor de 2.000 personas que viven cerca del lugar han sido evacuadas a centros deportivos o bien han sido acogidas por familiares y amigos.

Los bomberos, en torno a un centenar, aunque esperan nuevos refuerzos, no pueden hacer mucho para mejorar la situación, salvo esperar a que el fuego se vaya consumiendo solo. Su objetivo, según los expertos, es lanzar luego un ataque coordinado mediante una combinación de espuma y agua.

El hecho de que nadie pueda aproximarse demasiado al lugar del siniestro, debido a las altísimas temperaturas y al temor a nuevas explosiones, impide la labor investigadora de la Policía, que hasta ahora parte de la hipótesis de un simple accidente y descarta un ataque terrorista.

La nube de humo espeso y negro generada por el incendio se extiende mientras tanto por el sureste de Inglaterra, incluida el área de Londres, y avanza hacia el continente europeo.

Aunque se asegura que el humo es, en el peor de los casos, de muy baja toxicidad, el hecho de que se haya recomendado a los vecinos de las localidades próximas encerrarse en sus casas y no abrir puertas ni ventanas provoca cierta inquietud.

El humo es irritante y puede causar escozor en los ojos y en algunos casos náuseas. Las personas con problemas respiratorios son en cualquier caso las más expuestas ya que pueden sufrir ataques de asma, según las autoridades sanitarias.

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Con todo, esta tarde las calles céntricas de Londres estaban invadidas de gente que seguía haciendo sus compras como si no hubiera pasado absolutamente nada.

Un total de 20 depósitos de combustible, cada uno de los cuales con capacidad para 13,5 millones de litros, se han visto afectados por el incendio. Las instalaciones de Buncefield, copropiedad de los gigantes petroleros Texaco y Total, suministran combustible a los principales aeropuertos que sirven a la capital británica.

El incendio no ha afectado a los vuelos programados para este domingo en el aeropuerto de Luton, que se encuentra a escasos kilómetros del lugar del accidente, aunque los aterrizajes en Heathrow han sufrido algunos retrasos por culpa del humo.

Las autoridades han hecho un llamamiento a la población para que no se deje llevar por el pánico y han garantizado a los automovilistas que no habrá escasez de gasolina, pues hay suficientes reservas en el país.

Sin embargo, esas garantías no han logrado evitar que se formaran colas en algunas estaciones de servicio. Las autoridades han advertido de que aún podrían producirse nuevas explosiones.

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