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MARSEL & CO

Internet, libertad vigilada

Del control de la red depende que nuestros hijos decidan su vida o inauguren el totalitarismo digital

Internet es el primer medio de comunicación de masas de la historia que permite comunicarse a personas y organizaciones, de muchos a muchos en cualquier lugar y en cualquier tiempo. Como ya hay más de 1.000 millones de usuarios en el mundo y sigue creciendo la red, las empresas se devanan los sesos para acotarla comercialmente y los gobiernos se mesan los cabellos para poder controlarla o, como mínimo, vigilarla. Porque el control de la comunicación siempre ha sido el fundamento del poder a través de la historia. A veces, las dos estrategias entran en contradicción.

Así, recientemente, el gigante de la búsqueda por internet, Google (valor bursátil: 138.000 millones de dolares), rechazó la petición del Departamento de Justicia estadounidense para que le proporcionara datos de un millón de direcciones, escogidas al azar, con el pretexto de perseguir la pornografía infantil. Y es que la pornografía infantil y el terrorismo son las coartadas más utilizadas por los gobiernos para imponer controles restrictivos de la privacidad de los usuarios.

Ya durante la Administración de Clinton, el Gobierno trató en dos ocasiones de aplicar una ley de control de internet para prevenir la pornografía infantil, pero las dos veces los tribunales la anularon por contradecir la libertad de expresión. Bush vuelve de nuevo a la carga. Aprovechó el precedente de Microsoft (accedió a entregar los datos de sus usuarios) para hacer lo mismo con Google. Pero éste que, a diferencia de Microsoft, no tiene un monopolio, teme, con razón, perder muchos clientes si las búsquedas que cada uno hacemos acaban en manos de los servicios de seguridad. De modo que se ha iniciado un enfrentamiento judicial de grandes consecuencias para el futuro de internet.

Google está liderando, además, la oposición de las empresas del sector contra el proyecto de directiva europea sobre la Televisión sin Fronteras que intenta extender el control de los reguladores a la televisión transmitida por internet. Al mismo tiempo, los principios libertarios de Google se adaptan a las realidades de cada mercado. Así, como en China su principal competidor Yahoo! había aceptado seguir los consejos del Gobierno chino en el control de la comunicación, Google también va a practicar la autocensura, controlando los accesos de sus usuarios a ciertos sitios de internet.

EN EUROPA, la mayoría de los gobiernos siguen intentando vigilar y controlar internet lo más ampliamente posible. Pero mientras Estados Unidos no consiga hacerlo, el control se hace difícil porque siempre se encuentra un circuito de paso por la red estadounidense.

Ahora bien, el verdadero peligro contra la privacidad proviene de las propias empresas, porque tanto Microsoft como Google como Yahoo! como Amazon acumulan información de sus usuarios con objetivos comerciales, una enorme cantidad de información que permite construir perfiles personalizados y que al cruzarse con los datos de las tarjetas de crédito y los números de teléfono permiten saber la vida de todos nosotros en sus detalles más íntimos.

Sea legal o ilegal, la conexión entre las bases de datos comerciales y su utilización por los gobiernos hace realidad la famosa frase que lanzó hace algún tiempo Scott Mc Nealy (el legendario fundador de Sun Microsystems): "En la era de internet, la privacidad no existe, !acostúmbrese a la idea!".
Las buenas noticias para la privacidad es que los sistemas de vigilancia son todavía bastante primitivos. Sistemas como Carnivore, del FBI, o sus equivalentes chinos, son fundamentalmente sistemas automáticos de análisis de contenido que buscan en los mensajes las palabras clave. De modo que evitando pronunciar palabras feas (como "democracia" en China o "sexo" en Europa y Estados Unidos) se evitan muchos problemas. Es más o menos como cuando se escribía bajo el franquismo.

POR ESO, las nuevas iniciativas de vigilancia tecnológica van mucho más lejos. El Departamento de Seguridad del País en Estados Unidos está trabajando en un programa aún poco conocido llamado Advise destinado a organizar una inmensa base de datos de toda información digital, tanto de fuentes de empresas, como de medios de comunicación, de transacciones comerciales y de cualquier interacción en línea que haya tenido la gente con administraciones o empresas, cruzándolas mediante números comunes como los del DNI, seguridad social, tarjetas de crédito o de teléfono.

El resultado es la posibilidad de tener fichado a todo el mundo con su vida e historia. Aquí no se trata de interceptar mensajes, sino de determinar por análisis previo perfiles de personas peligrosas (pedófilos, terroristas, violadores o cualquier otro perfil) y buscar en esa base de datos lo que corresponde potencialmente a los perfiles, procediendo entonces a una vigilancia especial de dichas personas.

Por eso el mundo digital es a la vez el reino de la libertad sin fronteras y el reino de la vigilancia omnipresente. De lo que hagamos con esa libertad y de cómo seamos capaces de controlar a los controladores depende que nuestros hijos decidan sus vidas o que inauguren la era del totalitarismo digital.

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