EL SER HUMANO NO HA ENTENDIDO NADA
EL SER HUMANO NO HA ENTENDIDO NADA
Si para ascender en la vida hace falta pisar a otros sin importar su muerte; si para alimentarnos mejor es necesario dejar morir de hambre al resto de la gente; si para conseguir la paz es necesaria una guerra; nada ha aprendido el ser humano a pesar de su insistencia. Nada ha quedado en limpio después de tantos ensayos.
Si diciendo dulces palabras estas sólo sirven para demostrar brutalidad y egoísmo; si para olvidarse de quienes sufren es necesario recordar sólo el propio porvenir; si para olvidarse de lo esencial es necesario negar la existencia; nada ha aprendido el ser humano después de tanta insistencia. Nada ha quedado después de tantos ensayos.
¿Quién puede gozar después de la paz cuando cada brindis sea sobre muertes de inocentes? ¿Quién podrá dormir en paz cuando pesan sobre sus hombros horror y destrucción? ¿Quién será feliz con el recuerdo de tanto dolor, de tanta miseria y tanto rencor?
DANOS TU PAZ
Señor Jesús, Príncipe de La Paz, el mundo se desangra por la guerra; en todos los rincones de la tierra los hombres y mujeres se enfrentan, por mil causas distintas y se matan. Aquí es con el pretexto de defender el país de la injerencia extranjera; allá con las ideas de arraigar las costumbres; más allá, en nombre de las ideas políticas, de las convicciones sociales, e incluso, de las creencias religiosas.
Unos aseguran buscar el bien de los pobres, de los que no tienen nada y viven marginados del progreso, otros sostienen que su misión es proteger a los buenos ciudadanos; y otros simplemente tratan de pescar en río revuelto. Y finalmente, no faltan las luchas que los países ricos trasladan a los países pobres con el pretexto de defender el mundo pero buscando en realidad sus propios intereses de dominio.
En definitiva, Señor, el resultado es el mismo; el dolor y la muerte de cientos, de miles, de millones de personas, de hombres y mujeres de todas las edades, incluyendo niños, y ancianos indefensos, y jóvenes a quienes se les niega la posibilidad de disfrutar de su vida y sus esperanzas. La guerra es un desastre universal, un invento demoníaco; una tortura de la humanidad.
Señor Jesús, Príncipe de La Paz, ayúdanos a tomar conciencia de nuestra equivocación radical. Ayúdanos a entender que los seres humanos fuimos creados no para odiarnos sino para amarnos, no para enfrentarnos sino para comprendernos, no para matarnos sino para vivir juntos y compartir en armonía el mundo maravilloso que Dios nos regaló desde el principio del tiempo. Ayúdanos a entender que todos somos iguales en dignidad, que todos tenemos los mismos derechos, que todos soñamos con las mismas cosas, que todos, sin distinción, merecemos realizarnos como personas y vivir en paz.
Sana, Señor, los corazones enceguecidos por el odio y el rencor, por el afán de poder y el deseo de riqueza, por el orgullo y la soberbia. Sana los corazones enceguecidos de todos aquellos que sin medir el alcance de sus acciones, enfrentan a los hombres y a las mujeres en todos los rincones de la tierra, y siembran de dolor y muerte, de llanto y desesperación los campos y ciudades.
Renuévanos por dentro Señor, que el amor sea el motor de nuestra vida y la construcción de la paz del mundo nuestra gran misión.
Amén
Un Abrazo y que Dios derrame sobre ti, muchas bendiciones de Vida, Paz, Amor, y mucha Prosperidad;
Si para ascender en la vida hace falta pisar a otros sin importar su muerte; si para alimentarnos mejor es necesario dejar morir de hambre al resto de la gente; si para conseguir la paz es necesaria una guerra; nada ha aprendido el ser humano a pesar de su insistencia. Nada ha quedado en limpio después de tantos ensayos.
Si diciendo dulces palabras estas sólo sirven para demostrar brutalidad y egoísmo; si para olvidarse de quienes sufren es necesario recordar sólo el propio porvenir; si para olvidarse de lo esencial es necesario negar la existencia; nada ha aprendido el ser humano después de tanta insistencia. Nada ha quedado después de tantos ensayos.
¿Quién puede gozar después de la paz cuando cada brindis sea sobre muertes de inocentes? ¿Quién podrá dormir en paz cuando pesan sobre sus hombros horror y destrucción? ¿Quién será feliz con el recuerdo de tanto dolor, de tanta miseria y tanto rencor?
DANOS TU PAZ
Señor Jesús, Príncipe de La Paz, el mundo se desangra por la guerra; en todos los rincones de la tierra los hombres y mujeres se enfrentan, por mil causas distintas y se matan. Aquí es con el pretexto de defender el país de la injerencia extranjera; allá con las ideas de arraigar las costumbres; más allá, en nombre de las ideas políticas, de las convicciones sociales, e incluso, de las creencias religiosas.
Unos aseguran buscar el bien de los pobres, de los que no tienen nada y viven marginados del progreso, otros sostienen que su misión es proteger a los buenos ciudadanos; y otros simplemente tratan de pescar en río revuelto. Y finalmente, no faltan las luchas que los países ricos trasladan a los países pobres con el pretexto de defender el mundo pero buscando en realidad sus propios intereses de dominio.
En definitiva, Señor, el resultado es el mismo; el dolor y la muerte de cientos, de miles, de millones de personas, de hombres y mujeres de todas las edades, incluyendo niños, y ancianos indefensos, y jóvenes a quienes se les niega la posibilidad de disfrutar de su vida y sus esperanzas. La guerra es un desastre universal, un invento demoníaco; una tortura de la humanidad.
Señor Jesús, Príncipe de La Paz, ayúdanos a tomar conciencia de nuestra equivocación radical. Ayúdanos a entender que los seres humanos fuimos creados no para odiarnos sino para amarnos, no para enfrentarnos sino para comprendernos, no para matarnos sino para vivir juntos y compartir en armonía el mundo maravilloso que Dios nos regaló desde el principio del tiempo. Ayúdanos a entender que todos somos iguales en dignidad, que todos tenemos los mismos derechos, que todos soñamos con las mismas cosas, que todos, sin distinción, merecemos realizarnos como personas y vivir en paz.
Sana, Señor, los corazones enceguecidos por el odio y el rencor, por el afán de poder y el deseo de riqueza, por el orgullo y la soberbia. Sana los corazones enceguecidos de todos aquellos que sin medir el alcance de sus acciones, enfrentan a los hombres y a las mujeres en todos los rincones de la tierra, y siembran de dolor y muerte, de llanto y desesperación los campos y ciudades.
Renuévanos por dentro Señor, que el amor sea el motor de nuestra vida y la construcción de la paz del mundo nuestra gran misión.
Amén
Un Abrazo y que Dios derrame sobre ti, muchas bendiciones de Vida, Paz, Amor, y mucha Prosperidad;
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