Vivimos y morimos para que el hijo de Piñuel tenga un futuro de paz y libertad
La emoción llegó a todos los rincones del Palacio Kursaal de San Sebastián y embargó a todos los participantes en el acto de homenaje a las víctimas del terrorismo cuando Lorencio Sainz tomó la palabra. El guardia civil, que en 1984 resultó gravemente herido en un atentado de ETA, habló en nombre de todas las víctimas del terrorismo. Pero, sobre todo, recordó a la última víctima de ETA, su compañero Juan Manuel Piñuel Villalón.
"Los guardias civiles que trabajamos en esta tierra (País Vasco) no somos mártires ni morimos por vocación, queremos vivir en paz como ustedes. Sólo hay una razón que explica nuestro compromiso, un sentido para seguir, aguantar y soportar tanto dolor: la libertad y los derechos de los ciudadanos. Vivimos y morimos para que el hijo de Piñuel pueda tener un futuro en paz y libertad".
Sainz, con el corazón compungido y la voz temblorosa por la emoción, fue largamente ovacionado al recordar el dolor que el terrorismo produce en los más inocentes, los hijos de las víctimas. "Estos días hay un sonido que no se me va de la cabeza; es el sonido del llanto de los niños en el cuartel de Legutiano después del atentado que acabó con la vida de Piñuel".
Fue, indudablemente, el momento más emotivo del II Acto Institucional de Homenaje y Reconocimiento a las Víctimas del Terrorismo, organizado por el Gobierno Vasco y presidido por el 'lehendakari', Juan José Ibarretxe. Sainz arrancó el aplauso de los más de 500 asistentes al acto, en el que las víctimas y la sociedad civil eran los protagonistas.
"Hay otra imagen con la que me quedo estos días y que resume la dignidad del pueblo vasco: el homenaje sin precedentes que hicieron un guardia civil y un ertzaintza a mi compañero asesinado. Y por eso entiendo muy bien las palabras de María Victoria, la viuda de Juan Manuel Piñuel, en las que agradecía el apoyo y solidaridad del pueblo vasco. Y lo entiendo muy bien porque no ha sido habitual, más bien excepcional. Los guardias civiles hemos sufrido el desamparo en esta tierra durante mucho tiempo, cuando, cada vez que moría uno de nosotros, nos íbamos con el cuerpo sin vida de nuestro compañero".
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