De especulación a estafa
Los agricultores y ganaderos de la provincia ven cómo su producción se queda en los almacenes y los consumidores son ‘engañados’ por los intermediarios
La cuestión pasa por comprobar la diferencia que existe entre lo que los agricultores y ganaderos reciben en origen por determinados productos y lo que han de abonar el público en el lugar de venta final.
Al hablar con las partes implicadas, la cuestión parecen tenerla clara, aunque imponer una solución no esté precisamente en sus manos. El productor recibe una cantidad, en su opinión bastante baja para el trabajo que realiza, mientras que lo que el consumidor abona finalmente por lo mismo puede llegar a incrementarse un 500 por cien.
Los denominados intermediarios son quienes parece que salen ganando, bien por engordar los precios o bien por comprar productos de otros países a un precio más bajo que lo que se vende en España, aunque eso también tiene sus consecuencias, según explican los profesionales afectados, como el caso del aceite hace unas semanas.
Agapito de la Arena, un productor de patatas del norte de la provincia, subraya que «los almacenistas y las grandes superficies no quieren nuestro producto porque lo compran más barato en otros países como Francia» y añade que no les han dado ni la oportunidad de «poder ajustar los precios», ya que directamente han rechazado sus patatas.
Lo mismo le ocurre a Fernando Gutiérrez, un profesional del sector lácteo de Quintana del Puente que también incide en la llegada de leche de otros países a un precio más barato para las empresas transformadoras.
«El problema es que a ellos no les exigen lo mismo que a los productores del país, lo que en ocasiones puede significar también que el producto no tenga las mismas características», reconoce, por lo que exige que «la Administración debe poner a todos las mismas cartas».
fruta. Las frutas y hortalizas son otros alimentos que también se ven afectados por esta supuesta especulación de precios que, en opinión de UPA, está comenzando a ser «estafa». Así, según los datos facilitados por esta organización agraria, hay alimentos como la coliflor, el puerro o los repollos cuya diferencia de precios es «alarmante». Se añaden otros como el melocotón, la ciruela o el albaricoque.
La carne también tiene su especial protagonismo en este juego de cifras. Mientras el conejo puede pagarse a 1,80 euros el kilo en origen, para que llegue a la mesa el consumidor ha de abonar 5,60 euros. Algo parecido ocurre con el pollo, que pasa de 1,14 euros a 3,30 en el mercado.
Los colectivos agrarios están especialmente preocupados por el futuro del sector y por las consecuencias que estos problemas puedan traer en un corto plazo de tiempo. Consideran que los productos básicos están empezando a ser de lujo y que hay que hacer algo inmediatamente por parte de las Administraciones, responsables del mercado y de la economía española en general.
Hasta entonces, productores y consumidores seguirán pendientes de un mismo hilo.
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