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MARSEL & CO

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Ya es completamente oficial. El Presidente Zapatero, en un discurso que se desmiente a sí mismo, ha hablado de un cierto optimismo ante la recesión, apelando a la confianza de los ciudadanos, pero añadiendo el contrapunto de la subida de impuestos que se viene anunciando en las últimas semanas.


Para intentar minimizar la mala prensa que esta nueva medida le va a ocasionar al Gobierno, Zapatero a puntualizado que el incremento de los impuestos será “temporal y limitado”; promesa difícil de creer por dos motivos principales. Uno, porque un gobierno que solo sabe apelar a la presión impositiva sobre los ciudadanos como solución a la crisis económica no estará por la labor de suavizar posteriormente la totalidad de incrementos con los que haya cargado a las economías de los españoles. Dos, porque para muchos, incluido un buen número de simpatizantes del partido del gobierno, las promesas de Zapatero y sus ministros son papel mojado desde el momento en que se publicitan, ya sea por la ineficacia de las mismas en la mayoría de las ocasiones, como por el escaso talento organizativo a la hora de ponerlas en práctica.


Crece día a día la apreciación de que el gobierno socialista está a verlas venir. Cada vez que intenta transmitir a los ciudadanos una confianza de la que él mismo carece, se ciñe a las noticias del extranjero que puedan interesarle. Si los organismos internacionales, o el mismo Joaquín Almunia desde su comisariado europeo, por ejemplo, avisan de que España saldrá más tarde de la recesión por no haber puesto en marcha medidas eficaces a tiempo, Zapatero ignora la realidad y se enroca tras su torre de optimismo embaucador. Pero si los datos son esperanzadores en Estados Unidos o Alemania, ZP se sube al carro del ganador y aparece en los medios para recordarnos a los españoles que él siempre tuvo razón y los malvados discrepantes no.


Siguiendo con el patrón progresista de lanzar al aire conceptos “bien sonantes”, el Presidente ha dicho que se aprobará próximamente la nueva Ley de Economía Sostenible. Solo el nombre de esta ley es para causar inquietud. Otras modas políticamente correctas como “desarrollo sostenible”, “agricultura sostenible” y demás conceptos que nadie se pone de acuerdo en definir, han demostrado con el tiempo no ser más que frases propagandísticas e iniciativas de escaso recorrido y poca rentabilidad que tan solo han enriquecido a ciertos empresarios amigos del poder y a políticos y asesores que dirigen el destino de las ayudas europeas a conveniencia. Estará por ver, y dará mucho que hablar, de qué modo se pretende redirigir las líneas maestras de la economía española para hacerla menos dependiente de la construcción y el turismo. La idea, aparte su absurdo nombre, puede ser buena, pero la capacidad de este gobierno para acometer nuevos proyectos ha demostrado ser nula, excepto para crear nuevos ministerios y dotarlos de medios que se destinan a caprichos de ideólogos rancios y sexistas.


El pasado discurso de Celestino Corbacho, en el que éste criticó a los bancos, a la prensa, a la avaricia financiera, como partes importantes de la causa de la crisis, queda autorizado por el mensaje vacío y populista de su máximo jefe, Zapatero. Por supuesto, ni una palabra de autocrítica. Ni una alusión a los tremendos y numerosos errores cometidos por el Gabinete Zapatero, a la ocultación y manipulación deliberada de información y datos sobre el paro y la economía antes de las pasadas elecciones de 2008 y después , hasta el día de hoy.


Como no podía ser de otro modo, y siguiendo también el argumento de la planetaria Leire Pajín, Zapatero aludió a la próxima presidencia española en la Comunidad Europea. Declaró, cómo no, que será un periodo en el que se dará un “nuevo impulso a la gobernabilidad de Europa”. La frase, en sí misma, carece de significado concreto, como todo buen ejercicio de demagogia. Yo hago mía la pregunta que acaba de hacerme un amigo inglés por Skype. ¿Cómo va a dirigir una comunidad de vecinos un tipo que no sabe administrar su propia casa?


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