Descoordinación interterritorial
muy interesante
España corre el riesgo de convertirse en un país con 17 sanidades diferentes. Con la asistencia pública y la financiación de la misma transferida a cada uno de los gobiernos autonómicos, si no se aplica bien la ley de cohesión y calidad del sistema no habrá acuerdos posibles y los planes que surjan del Ministerio, independientemente del signo que gobierne, tropezarán con la instrumentalización que suelen hacer los partidos políticos de casi todas las cosas que afectan a la gente. Desafortunadamente, de ese triste criterio no se libran tampoco los asuntos que afectan a la salud del ciudadano. Esta misma semana, y a propósito de la ola de calor que estamos padeciendo, muchos médicos de familia se han quejado de lo difícil que es la puesta en marcha de planes nacionales contra problemas graves, ya que poner de acuerdo a cada comunidad para actuar al unísono suele ser un suplicio. La semana pasada, supimos de un desplante en la Comisión Interterritorial de Sanidad por parte de los consejeros del PP, que no estaban de acuerdo con los temas que quería tratar el Ministerio, ahora formado por gente del PSOE.
CONSENSO.
Utilizar la Sanidad como elemento de pugna y divergencia es algo que parece irrenunciable por parte del político. La tentación es fuerte, ya que la salud y su posible pérdida es lo que más interesa al ciudadano. Parece una utopía pretender que los que ahora gobiernan consigan un consenso con los que tienen enfrente en algo tan elemental y apartidista como es la sanidad. No obstante, si hay algo que el votante no logrará entender es por qué hay que combatir también en un terreno en el que lo que debería haber es diálogo y colaboración a toda costa. Es lamentable que los políticos tengan una visión tan miope de algo que debería estar al margen de la composición de cada cámara. Si hubiera voluntad para que la Sanidad se quedara fuera de las confrontaciones, se podría lograr en España -y para todos sus habitantes- una prestación mejor que en cualquier otro sitio.
España corre el riesgo de convertirse en un país con 17 sanidades diferentes. Con la asistencia pública y la financiación de la misma transferida a cada uno de los gobiernos autonómicos, si no se aplica bien la ley de cohesión y calidad del sistema no habrá acuerdos posibles y los planes que surjan del Ministerio, independientemente del signo que gobierne, tropezarán con la instrumentalización que suelen hacer los partidos políticos de casi todas las cosas que afectan a la gente. Desafortunadamente, de ese triste criterio no se libran tampoco los asuntos que afectan a la salud del ciudadano. Esta misma semana, y a propósito de la ola de calor que estamos padeciendo, muchos médicos de familia se han quejado de lo difícil que es la puesta en marcha de planes nacionales contra problemas graves, ya que poner de acuerdo a cada comunidad para actuar al unísono suele ser un suplicio. La semana pasada, supimos de un desplante en la Comisión Interterritorial de Sanidad por parte de los consejeros del PP, que no estaban de acuerdo con los temas que quería tratar el Ministerio, ahora formado por gente del PSOE.
CONSENSO.
Utilizar la Sanidad como elemento de pugna y divergencia es algo que parece irrenunciable por parte del político. La tentación es fuerte, ya que la salud y su posible pérdida es lo que más interesa al ciudadano. Parece una utopía pretender que los que ahora gobiernan consigan un consenso con los que tienen enfrente en algo tan elemental y apartidista como es la sanidad. No obstante, si hay algo que el votante no logrará entender es por qué hay que combatir también en un terreno en el que lo que debería haber es diálogo y colaboración a toda costa. Es lamentable que los políticos tengan una visión tan miope de algo que debería estar al margen de la composición de cada cámara. Si hubiera voluntad para que la Sanidad se quedara fuera de las confrontaciones, se podría lograr en España -y para todos sus habitantes- una prestación mejor que en cualquier otro sitio.
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