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MARSEL & CO

Sida: La esperanza es española

Ninguno de los asistentes el pasado julio a la XV Conferencia Internacional de Sida que se celebró en Bangkok (Tailandia) sospechaba que tan sólo un mes después, y a pocos kilómetros de Madrid, saldría a la luz un hallazgo esperanzador. El esfuerzo conjunto de 12 investigadores españoles ha servido para poner a disposición de la comunidad científica internacional una nueva diana terapéutica para luchar contra la pandemia. Han demostrado que los fármacos anticolesterol que consumen millones de personas en todo el planeta podrían ser tan eficaces como los cócteles antivirales. Unos, desde sus pipetas en los laboratorios que dirige Carlos Martínez (presidente del Centro Superior de Investigaciones Científicas) y, otros, aportando su experiencia clínica y sus pacientes de los hospitales Príncipe de Asturias y La Paz -ambos en la capital española -han logrado que se abra una nueva puerta a la esperanza para los cerca de 37,8 millones de personas infectadas por el VIH en todo el mundo. Aunque las palabras dirigidas a SALUD por varios de estos especialistas, y por otros expertos en esta patología, delatan su entusiasmo, también muestran cautela. «Se necesita un estudio con más enfermos y con más tiempo. Si confirmamos estos datos preliminares tendremos una terapia que puede ayudar al Tercer Mundo, entre otras cosas por su baja toxicidad, fácil administración y precio reducido. Nuestra responsabilidad con ellos nos obliga a intentarlo», afirma Martínez.

Lo que comenzó hace cinco años en el departamento de Inmunología y Oncología del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC y terminó en dos centros médicos madrileños -gracias al acuerdo de financiación firmado por el Ministerio de Educación y Ciencia y la empresa farmacéutica Pzifer- sólo es el principio. Para llegar hasta el final, y averiguar si la ilusión se convierte en realidad, se necesitan recursos y colaboración.

«Hemos demostrado que en nuestro país se hace buena ciencia y ése es un paso muy importante. Ahora necesitamos fondos para poder seguir con este trabajo. Es el inicio de un camino alentador, pero hay que seguir con este proyecto, como con muchos otros, y para ello se requiere financiación y, fundamentalmente, el compromiso de la sociedad española», recalca el presidente del CSIC. Un reclamo que se debe en parte, según se desprende de las declaraciones realizadas a este suplemento por éste y otros expertos, a la sospecha de que si el descubrimiento se hubiera realizado en EEUU, por ejemplo, los propios Institutos Nacionales de Salud (NIH) no hubieran perdido tiempo en diseñar y financiar una nueva investigación.

«¿Cuáles son nuestros NIHs, dónde se debe buscar el patrocinio? Yo creo que debe provenir tanto del ámbito público como del privado». La seguridad con la que Carlos Martínez defiende continuar con la investigación, desvelada públicamente el pasado 16 de agosto en una revista de prestigio ('The Journal of experimental Medicine)' y de la que se hizo eco tanto la publicación 'Nature' como varios rotativos internacionales se basa, según su criterio, en dos puntos clave.

Primero, que se ha podido desenmascarar unos de los mecanismos moleculares que emplea el virus para entrar en la célula, un hecho que podría ayudar a desarrollar una nueva generación de fármacos. Segundo, que las pruebas realizadas en los seis voluntarios españoles demuestran que las estatinas son capaces de bloquear dicho mecanismo, impidiendo que el VIH entre en el interior de las células (los linfocitos) y las infecte, además de lograr que los virus salgan de las que ya han sido infectadas.
EL PORQUÉ.

La razón bioquímica de todo ello está en el otro gran enemigo de la salud de la población: el colesterol. El investigador del CSIC Santos Mañes, y también director del estudio, lo explica.

«Se sabía que existe colesterol en la membrana celular [concretamente en las denominadas balsas de membrana] y que juega un papel fundamental para lograr el acceso al interior de ella. Tras los estudios en células de cultivo y en ratones a los que llamamos 'desnudos,' porque eliminamos su sistema inmune y les inoculamos células humanas ya que ellos no son susceptibles a la infección por VIH, observamos que la carga viral descendía». Se descubrió así que el mecanismo de acción de los productos anticolesterol que les otorga la capacidad de frenar al virus «no es tanto por reducir los niveles del lípido, sino porque al inhibirlo se bloquea también una proteína, llamada Rho, que regula la reorganización del esqueleto celular , el citoesqueleto [ver gráfico], que el virus necesita para entrar en la célula y salir de ella, una vez que se ha reproducido», añade.

Fue entonces cuando decidieron pasar a la acción. Tras ponerse en contacto con los especialistas de los hospitales madrileños Príncipe de Asturias (Melchor Álvarez de Mon y Manuel Rodríguez-Zapata), La Paz (José María Peña), y también de la Universidad de Barcelona (Marta Alegre) se pasó del laboratorio al ser humano. Seropositivos que no habían recibido ningún tipo de terapia antirretroviral tomaron un mes estatinas en la dosis habitual que se emplea en las enfermedades cardiovasculres (50 miligramos diarios tomados en una sola píldora). «Los resultados fueron sorprendentes. La carga viral descendió en cantidades comparables a las que ofrecen los cócteles triples actuales TARGA, [Terapia Antirretrovitraral de gran Actividad]. Y no sólo, «el número de CD4, se incrementó. Este hecho también es muy importante porque favorece al sistema inmune del paciente haciéndole más fuerte para luchar contra el virus. Y, además, este aumento se produce en fases muy tempranas del tratamiento», señala Carlos Martínez.

Una de las matizaciones que se pueden realizar al estudio es que aunque la carga viral en sangre desciende con los hipolipemiantes, no desaparece hasta límites indetectables, algo que sí logran los antivirales de hoy, tal y como puntualizan algunos médicos entrevistados por SALUD.

No obstante, el significado real de todo lo expuesto se resume en tres palabras, el mismo número de ventajas que tienen las estatinas frente a las terapias actuales contra el sida y que, de confirmarse en estudios a gran escala (al menos 300 pacientes y cerca de dos años de duración) podrían revolucionar el tratamiento contra la enfermedad.

Son baratas (existen ya versiones genéricas del producto), a diferencia de los actuales fármacos antivirales causan pocos efectos secundarios graves y son fáciles de administrar. «Hay que valorar que la terapia antisida puede llegar a acabar con la vida del paciente», recuerda el director del CSIC. Si tenemos en cuenta todo lo enunciado y se valora que sólo en África uno de cada 10 infectados recibe tratamiento -cifra apuntada por Pedro Alonso, director del Centro de Salud Internacional del Hospital Clinic de Barcelona y responsable del de Investigación que esta institución mantiene en Manhiça (Mozambique)-, la terapia con estatinas podría ayudar a salvar muchas vidas.

Motivos que sustentan la fe en esta idea sobran. «El problema de África no es tanto el precio de los antirretrovirales como que no existe una estructura sanitaria capaz de poder administrarlos adecuadamente y hacer un seguimiento. De hecho, aunque los regalaran no se podrían aplicar», puntualiza.
MÁS SENCILLA.

Este problema ya ha sido expuesto reiteradamente en la última reunión internacional sobre el sida donde un informe revelaba la carencia de personal sanitario cualificado, no sólo en África, sino en otros puntos del planeta claves para el desarrollo de la pandemia en los próximos años. Faltan profesionales en 13 países asiáticos, incluidos China (con 200 especialistas en sida en todo el país) o la India (500).

Y sin médicos que distribuyan adecuadamente los productos o realicen un seguimiento correcto de las terapias se corre, entre otros, el riesgo de que aparezcan las temidas resistencias, un hecho que se produce en entre un 15% y un 20%de los pacientes. Los revolucionarios productos anticolesterol podrían entrañar, en este sentido, otra ventaja, ya que tal y como aclara Mañes, «las estatinas actúan sobre la proteína celular no en la viral, por lo que es más difícil que el virus se haga resistente a ellas». De hecho, al atacar a un componente de la célula humana y no a los del virus, el VIH se queda sin la principal arma que posee para hacerse fuerte: la de mutar sus genes rápidamente para que el fármaco ya no los reconozca.

Pero la ilusión depositada en este trabajo no significa cerrar los ojos a la realidad. Dos de los propios autores, Mélchor Álvarez de Mon y Manuel Rodríguez-Zapata, así lo creen. «Es una prueba de concepto muy esperanzadora, pero invariablemente sólo es eso. Por tanto, sólo con grandes estudios se podrá llegar a conclusiones verídicas». La llamada a la cautela proviene también de otras voces como la de Antonio Antela, vicepresidente de la Sociedad Española Interdisciplinaria de Sida (SEISIDA) y presidente del VII Congreso Nacional sobre el Sida que se celebrará el próximo mes de noviembre en Madrid.

«Es demasiado pronto para sacar conclusiones, en parte porque la investigación es muy básica y el número de pacientes se limita a seis. El valor que tiene es que abre un camino nuevo en la lucha contra el sida, pero antes de afirmar que será una solución en países como los africanos, se tiene que realizar un estudio bien diseñada», comenta Antela. Para este especialista, la posibilidad teórica de que la estatina pueda jugar un papel en la lucha contra la enfermedad sería la utopía, «pero de momento no es una realidad».
INTENTARLO.

Para pasar, por tanto, de la posible ficción a la realidad, sólo se requiere la realización de una investigación: ¿Qué impide ponerla en marcha? Las dificultades estratégicas, los dilemas éticos y la financiación parecen ser barreras importantes. Todos los expertos consultados coinciden en que, a la vista de las ventajas aparentes de las estatinas, el marco ideal para llevar a cabo la investigación sería un país africano. «Lo lógico sería realizarlo en este continente, donde el porcentaje de pacientes sin tratar es tan elevado», señala Carlos Martínez. Pero no es una tarea fácil. Pedro Alonso, que lleva trabajando allí más de 20 años, explica los inconvenientes que esta decisión acarrea. «Hay que crear las infraestructuras adecuadas para garantizar que el trabajo se realiza en las mismas condiciones en las que se haría en Europa y EEUU.

Un estudio de este tipo no puede plantearse con ligereza. Deben tener las máximas garantías de calidad y los mismo criterios o superiores que los estudios que se diseñan en los países desarrollados, sobre todo porque la población del Tercer Mundo es más vulnerable. Y, además, debe ejecutarse bajo normas de buena práctica clínica».

Otro de los obstáculos importantes es el aspecto ético, así como los problemas políticos de estos países. «¿Cómo plantear el estudio?», se cuestiona este especialista que cree que existiendo una terapia que ha demostrado su eficacia contra el sida sería «inmoral» realizar un trabajo en el que unos pacientes recibieran placebo y otros, en cambio, la estatina.

Ante este panorama, algunos especialistas creen que el ensayo ideal sería la combinación de estatinas con fármacos antirretrovirales, mientras que otros opinan que es mejor que reciban estatinas que nada, tal y como desgraciadamente sucede en la actualidad.
Gráfico: Estatinas para combatir el sida

Razones para el optimismo

Pese a que algunos de los argumentos esgrimidos a lo largo de este reportaje apuntan la dificultad que entraña diseñar y poner en marcha una investigación destinada a valorar si las estatinas son o no una terapia eficaz contra el sida, hay algunos motivos para creer que podría llegar a realizarse. La compañía Pzifer, renovó a finales del 2003 su convenio con el CSIC por otros cinco años. Esperanza Guisado, directora de Relaciones Institucionales y de Acceso al Paciente de la compañía ,ha señalado a SALUD que «los datos preliminares alientan a seguir con las investigaciones». No obstante, tanto ella como el departamento de comunicación recalcan que aún es muy pronto para hablar de si «se ha diseñado ya un estudio, porque el ensayo español salió a la luz pública hace tan sólo un mes, aunque se sigue trabajando en la búsqueda de nuevos agentes para el tratamiento de enfermedades en inmunología, virología, oncología e inflamación». Asimismo, varios de los expertos consultados han señalado que, dados los mecanismos de acción de las estatinas, su utilidad podría radicar en darla en combinación con las terapias existentes debido a su capacidad para detener la progresión de la enfermedad pagando un bajo precio en efectos colaterales. A la espera de noticias sobre si finalmente se realizan o no los ensayos con estatinas, los científicos y la población comparten su inquietud con la que ha despertado, también, la vacuna terapéutica que se está ensayando en 13 centros médicos españoles. Los resultados preliminares han resultados prometedores, pero la vacuna se daba junto con la medicación habitual.

Ahora, los 60 (la mitad toma placebo) voluntarios incluidos en el ensayo dejaran el tratamiento durante un año para conocer la eficacia real de Remune, como se conoce a esta inmunización terapéutica.

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