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MARSEL & CO

El consumo de ácidos grasos omega-3 frena el deterioro que causa el Alzheimer

Es la primera prueba de que nuestra dieta afecta al modo en que se comunican entre sí las células cerebrales bajo la influencia del Alzheimer». Éste es el resumen de Greg Cole, el investigador principal de un estudio en ratones que demuestra cómo una alimentación rica en ácidos grasos omega-3 protege contra la mencionada demencia, incluso cuando existe una predisposición genética. El efecto de las grasas se manifiesta en la prevención y también en el alivio de los síntomas una vez que la enfermedad se ha declarado.

El impacto de este hallazgo en el tratamiento de las personas que padecen la dolencia neurodegenerativa puede ser muy importante, puesto que en la actualidad no sólo no está claro cuál es su origen -aunque se sabe que existe una combinación de factores genéticos y ambientales-, sino que las únicas terapias disponibles van dirigidas a aliviar los síntomas pero no son capaces de detener el avance del deterioro neuronal.
EL MECANISMO.

Numerosas investigaciones habían ya asociado el consumo de omega-3 con una protección neurológica, pero el trabajo en roedores que se publica esta semana en la revista 'Neuron' ha encontrado la forma en que uno de estos compuestos, el ácido dosahexanoico (DHA), detiene la destrucción cerebral.

El cerebro tiene un alto contenido en lípidos. Los compuestos grasos se encuentran fundamentalmente como constituyentes de las paredes de las células y son fundamentales para que se transmita la ingente cantidad de información que circula por este órgano. El DHA tiene un importante papel en el mantenimiento de las membranas neuronales, especialmente en la zona de conexión entre las neuronas, conocida como sinapsis, que permite el almacenamiento de información y su uso posterior.

Un equipo de científicos de la Universidad de California (EEUU) empleó ratones con una mutación genética que provoca una degeneración neurológica semejante a la producida por el Alzheimer en humanos y centró sus análisis en las sinapsis.

Cuando los síntomas de la enfermedad ya eran evidentes, los investigadores cambiaron la dieta de una parte de los roedores transgénicos para pasar a una alimentación pobre en DHA.

Los análisis realizados entre tres y cinco meses después de la modificación de la alimentación mostraban lo que los autores califican como el «círculo vicioso» en el que están atrapados los enfermos de Alzheimer. La patología provoca la reducción de los niveles de DHA en el cerebro, lo que a su vez conduce a una mayor vulnerabilidad de las neuronas y, como consecuencia, a su muerte. A medida que la enfermedad avanza, menor es la presencia del ácido graso omega-3 y más extenso es el daño neuronal.

Los ratones transgénicos con una dieta pobre en DHA mostraban un claro deterioro en el aprendizaje y la memoria. Sin embargo, sus congéneres también mutantes, pero que habían recibido una alimentación rica en ácidos grasos esenciales, no sufrían deterioro de sus funciones cognitivas. «Concluimos que la dieta enriquecida con DHA mantenía su enfermedad genética a raya», afirma Cole.
CONSEJO DIETÉTICO.

Los autores aseguran que sus resultados «sugieren que los pacientes que tengan un riesgo genético de padecer Alzheimer podrían ser más susceptibles de presentar una falta de ácidos grasos esenciales [como los omega-3]». Por esta razón consideran que «aumentar la ingesta de DHA podría considerarse una potencial estrategia neuroprotectora».

La principal fuente natural de DHA son los pescados de aguas frías o azules, como el salmón, el fletán, la caballa o la sardina, y ciertas algas. Sin embargo, se sabe que la naturaleza grasa de estos animales hace que absorban y acumulen más fácilmente el mercurio, las dioxinas y otros metales que contaminan los mares. De modo que, si se desea evitar el consumo conjunto de tóxicos, se puede optar por tomar aceite de pescado o suplementos de DHA.

También para el corazón

Las bondades de los ácidos grasos de la familia omega-3 no se quedan en la protección neuronal, sino que también el corazón se beneficia. En las recomendaciones de la Asociación Americana del Corazón ya se aconseja incluir el consumo de pescado dos veces por semana. Numerosos trabajos han demostrado que esta cantidad proporciona los niveles de lípidos esenciales para mantener una concentración saludable de colesterol en sangre y reducir las posibilidades de sufrir una patología coronaria. La ingesta debe ser superior en los que ya padecen algún trastorno cardiaco.

Además, los omega-3 también han demostrado ser eficaces en patologías inflamatorias como la artritis reumatoide, la psoriasis o la enfermedad de Crohn. E igualmente parecen tener un efecto protector contra el cáncer. Eso sí, los expertos advierten de que los pescados fritos preparados como 'comida rápida' no sólo contienen pocos omega-3, sino un nivel elevado de grasas poco recomendable para la salud.

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