Un estudio español desvela una nueva estrategia contra el infarto
En el número de la revista 'The Lancet' de hoy sábado se publica uno de los mejores estudios clínicos que se han llevado a cabo en España en los últimos años. Un grupo de cardiólogos de varios centros sanitarios de nuestro país, dirigidos por el doctor Francisco Fernández Avilés, del Hospital Universitario de Valladolid, ha probado que, ante un infarto agudo de miocardio, se puede plantear una estrategia terapéutica distinta a muchas de las que se han postulado hasta la fecha.
De acuerdo con sus investigaciones, inyectar a un paciente con una obstrucción aguda coronaria, un medicamento (fibrinolítico) para disolver el coágulo y, después de pasadas algunas horas, llevarlo a la sala de hemodinámica y allí estudiar el estado de las arterias cardiacas colocando en ellas un 'stent' (una malla de acero intravascular expandible) - si está indicado- da mejores resultados clínicos que usar únicamente un fibrinolítico.
Entender el porqué de estas conclusiones es sencillo si se tienen en mente los dos grandes avances en el tratamiento del infarto de miocardio que se han llevado a cabo en las dos últimas décadas.
El primero fue el uso, ahora ya común, de sustancias intravenosas que ayudan a disolver el coágulo que obstruye el vaso coronario.
El segundo ha sido demostrar que todavía se consiguen mejores resultados si, en lugar de usar fibrinolíticos, se lleva de urgencia al paciente a la sala de cateterismo y se abre allí el vaso obstruido colocando un 'stent' coronario.
Opción limitada
«Lo que ocurre es que, incluso en los países con más recursos médicos, como EEUU, únicamente el 10% de los pacientes coronarios se puede revascularizar de urgencia», manifestó a SALUD el doctor Fernández Avilés. Las dificultades estratégicas para tener siempre, y rápidamente accesible, a un buen equipo de cardiólogos intervencionistas son tan grandes en casi todas partes que la angioplastia primaria coronaria de urgencia -como se ha bautizado este método- es, de acuerdo con la mayoría de los especialistas, prácticamente una utopía.
Por otra parte, en un porcentaje alto de los casos, el beneficio que proporcionan los fibrinolíticos se oscurece cuando se acaban los efectos de los mismos: el vaso muchas veces se reocluye y el número de complicaciones se eleva considerablemente. «Nuestra hipótesis es que los pacientes se pueden beneficiar de las dos opciones: de los fibrinolíticos de urgencia, fáciles de administrar en todos los hospitales, y de la actuación reposada al cabo de varias horas de la cardiología intervencionista», afirma Fernández Avilés. Para demostrar la utilidad de esta idea se estudió a 500 pacientes con infarto agudo de miocardio. De una forma aleatoria, a la mitad de ellos se les administró únicamente el medicamento fibrinolítico mientras a la otra mitad, además de recibir este tipo de fármaco, se la programó para una coronariografía a lo largo de las 24 horas posteriores a su ingreso. Como resultado de esta intervención, al 80% de estos pacientes se le colocó un 'stent' en la arteria responsable del episodio agudo.
Las diferencias en los resultados del ensayo, cuando se comparó un grupo con el otro, al cabo de un año de seguimiento, fueron -en algunos puntos- muy significativas.
Lo que más destacó fue la disminución marcada de la necesidad de intervención cardiaca entre los pacientes sometidos al cateterismo rutinario. Aquéllos tratados de forma más conservadora (únicamente con fibrinolíticos) tuvieron una incidencia mayor de nuevos infartos.
Este ensayo, en el que han participado 20 hospitales españoles y dos portugueses -lo que demuestra la trascendencia de las redes en la investigación médica- lo ha subvencionado, sobre todo, el Ministerio de Sanidad, a través del Instituto de Salud Carlos III, pero también han colaborado en él la Sociedad Española de Cardiología y las empresas Guidant y Lilly.
La factura del mismo ha rondado los 300.000 euros, una cantidad que probablemente hará enrojecer de envidia a colegas de otras nacionalidades, acostumbrados a necesitar patrocinios astronómicos si quieren estudiar un asunto complejo en el que hace falta, además, un elevado volumen de pacientes para garantizar una significación estadística.
Después del 'GRACIA-1'
Como ha pasado en un elevado número de estudios de cardiología, el ensayo español que acaba de ver la luz en 'The Lancet', bautizado con el nombre de GRACIA-1, no será el único de su categoría. Ya ha concluido el GRACIA-2 y se está iniciando el GRACIA-3. En el GRACIA-2 se ha querido averiguar si la colocación de urgencia -muy poco tiempo después de su ingreso en el hospital- de un 'stent' a los pacientes infartados consigue mejores resultados que la estrategia algo más pausada seguida en el GRACIA-1. Los datos que hasta ahora se conocen indican que no es necesario correr hacia la sala de cateterismo. Se puede dar el fibrinolítico y esperar unas horas. Entre otras cosas porque el paciente está mucho más estable pasado un cierto tiempo y el equipo que va a llevar a cabo el procedimiento se encuentra en unas condiciones de trabajo más óptimas. El GRACIA-3 irá más lejos y tratará de averiguar el papel de los 'stents' medicalizados frente a los 'desnudos' en el infarto agudo de miocardio.
De acuerdo con sus investigaciones, inyectar a un paciente con una obstrucción aguda coronaria, un medicamento (fibrinolítico) para disolver el coágulo y, después de pasadas algunas horas, llevarlo a la sala de hemodinámica y allí estudiar el estado de las arterias cardiacas colocando en ellas un 'stent' (una malla de acero intravascular expandible) - si está indicado- da mejores resultados clínicos que usar únicamente un fibrinolítico.
Entender el porqué de estas conclusiones es sencillo si se tienen en mente los dos grandes avances en el tratamiento del infarto de miocardio que se han llevado a cabo en las dos últimas décadas.
El primero fue el uso, ahora ya común, de sustancias intravenosas que ayudan a disolver el coágulo que obstruye el vaso coronario.
El segundo ha sido demostrar que todavía se consiguen mejores resultados si, en lugar de usar fibrinolíticos, se lleva de urgencia al paciente a la sala de cateterismo y se abre allí el vaso obstruido colocando un 'stent' coronario.
Opción limitada
«Lo que ocurre es que, incluso en los países con más recursos médicos, como EEUU, únicamente el 10% de los pacientes coronarios se puede revascularizar de urgencia», manifestó a SALUD el doctor Fernández Avilés. Las dificultades estratégicas para tener siempre, y rápidamente accesible, a un buen equipo de cardiólogos intervencionistas son tan grandes en casi todas partes que la angioplastia primaria coronaria de urgencia -como se ha bautizado este método- es, de acuerdo con la mayoría de los especialistas, prácticamente una utopía.
Por otra parte, en un porcentaje alto de los casos, el beneficio que proporcionan los fibrinolíticos se oscurece cuando se acaban los efectos de los mismos: el vaso muchas veces se reocluye y el número de complicaciones se eleva considerablemente. «Nuestra hipótesis es que los pacientes se pueden beneficiar de las dos opciones: de los fibrinolíticos de urgencia, fáciles de administrar en todos los hospitales, y de la actuación reposada al cabo de varias horas de la cardiología intervencionista», afirma Fernández Avilés. Para demostrar la utilidad de esta idea se estudió a 500 pacientes con infarto agudo de miocardio. De una forma aleatoria, a la mitad de ellos se les administró únicamente el medicamento fibrinolítico mientras a la otra mitad, además de recibir este tipo de fármaco, se la programó para una coronariografía a lo largo de las 24 horas posteriores a su ingreso. Como resultado de esta intervención, al 80% de estos pacientes se le colocó un 'stent' en la arteria responsable del episodio agudo.
Las diferencias en los resultados del ensayo, cuando se comparó un grupo con el otro, al cabo de un año de seguimiento, fueron -en algunos puntos- muy significativas.
Lo que más destacó fue la disminución marcada de la necesidad de intervención cardiaca entre los pacientes sometidos al cateterismo rutinario. Aquéllos tratados de forma más conservadora (únicamente con fibrinolíticos) tuvieron una incidencia mayor de nuevos infartos.
Este ensayo, en el que han participado 20 hospitales españoles y dos portugueses -lo que demuestra la trascendencia de las redes en la investigación médica- lo ha subvencionado, sobre todo, el Ministerio de Sanidad, a través del Instituto de Salud Carlos III, pero también han colaborado en él la Sociedad Española de Cardiología y las empresas Guidant y Lilly.
La factura del mismo ha rondado los 300.000 euros, una cantidad que probablemente hará enrojecer de envidia a colegas de otras nacionalidades, acostumbrados a necesitar patrocinios astronómicos si quieren estudiar un asunto complejo en el que hace falta, además, un elevado volumen de pacientes para garantizar una significación estadística.
Después del 'GRACIA-1'
Como ha pasado en un elevado número de estudios de cardiología, el ensayo español que acaba de ver la luz en 'The Lancet', bautizado con el nombre de GRACIA-1, no será el único de su categoría. Ya ha concluido el GRACIA-2 y se está iniciando el GRACIA-3. En el GRACIA-2 se ha querido averiguar si la colocación de urgencia -muy poco tiempo después de su ingreso en el hospital- de un 'stent' a los pacientes infartados consigue mejores resultados que la estrategia algo más pausada seguida en el GRACIA-1. Los datos que hasta ahora se conocen indican que no es necesario correr hacia la sala de cateterismo. Se puede dar el fibrinolítico y esperar unas horas. Entre otras cosas porque el paciente está mucho más estable pasado un cierto tiempo y el equipo que va a llevar a cabo el procedimiento se encuentra en unas condiciones de trabajo más óptimas. El GRACIA-3 irá más lejos y tratará de averiguar el papel de los 'stents' medicalizados frente a los 'desnudos' en el infarto agudo de miocardio.
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