Los invidentes reprograman su cerebro para otras tareas
Una de las máximas de las teorías evolucionistas es «la función crea el órgano», o dicho de otro modo, la biología se adapta a las necesidades del entorno. Se puede afirmar que el maestro de la adaptación es el cerebro, pero su extraordinaria flexibilidad no deja de sorprender. Un equipo de investigación estadounidense ha descubierto que en las personas ciegas, la región neuronal encargada de la visión no sólo no se atrofia o desaparece sino que se reprograma para realizar funciones cognitivas relacionadas con la interpretación del lenguaje.
El cerebro está divido en cuatro lóbulos (ver gráfico). La información que recibimos a través de los ojos se procesa en la corteza occipital, situada en la parte posterior de la cabeza, mientras que las funciones intelectuales se llevan a cabo en la corteza prefrontal (lóbulo frontal). Los estudios previos de imagen cerebral realizados en personas invidentes ya habían demostrado que, en éstos, la ejecución de ciertas tareas cognitivas relacionadas con la interpretación de la lengua y la memoria verbal suponía una activación de los centros occipitales. Sin embargo, no se había establecido una relación causal clara. Los resultados del grupo de Leonardo Cohen, que se publicarán en el número de noviembre de la revista 'Nature Neuroscience', confirman la asociación.
Los investigadores de los Institutos Nacionales de la Salud de EEUU trabajaron con nueve individuos ciegos de nacimiento o que habían perdido la vista en los primeros años de vida y con otras tantas personas sin la minusvalía que actuaron como grupo de comparación. La estrategia de la investigación se basó en usar una técnica que se emplea en el tratamiento de ciertas patologías psiquiátricas conocida como estimulación magnética transcraneal. Dicho método consiste en aplicar campos electromagnéticos en ciertas zonas del cerebro. La energía suministrada altera la actividad neuronal.
En el presente trabajo se trataba de interferir en el funcionamiento de dos regiones del lóbulo occipital (encargado de la visión) y de otra de la corteza prefrontal (funciones intelectuales) mientras los participantes realizaban un ejercicio intelectual que se emplea con frecuencia en investigación para evaluar la respuesta cognitiva. Los sujetos debían asociar rápidamente un nombre con un verbo relacionado, por ejemplo, «manzana» con «comer».
Los científicos observaron que cuando se bloqueaban los centros de la visión, las personas ciegas cometían muchos errores en la tarea que se les había impuesto. No eran capaces de encontrar el verbo correcto. Sin embargo, los individuos con una vista normal respondían adecuadamente. En estos últimos los errores se producían sólo cuando se interrumpía la actividad de la corteza prefrontal.
Puesto que todos los invidentes que participaron en el estudio lo eran desde la infancia, la pregunta que se plantea es si el cerebro es capaz de reprogramarse también cuando la pérdida completa de visión se produce en la edad adulta.
En este sentido, otro trabajo publicado esta semana en la revista 'Current Biology' podría aportar una pista. Científicos canadienses han constatado que las personas ciegas tienen una sensibilidad auditiva muy por encima de la de las personas que ven, de modo que son capaces de localizar en el espacio las fuentes de sonido de una manera mucho más precisa.
Pero la aportación del estudio con respecto a los anteriores es que demuestra que esta habilidad no sólo se desarrolla en los invidentes de nacimiento, sino que también se da en aquellos que han perdido la visión en la edad adulta.
El cerebro está divido en cuatro lóbulos (ver gráfico). La información que recibimos a través de los ojos se procesa en la corteza occipital, situada en la parte posterior de la cabeza, mientras que las funciones intelectuales se llevan a cabo en la corteza prefrontal (lóbulo frontal). Los estudios previos de imagen cerebral realizados en personas invidentes ya habían demostrado que, en éstos, la ejecución de ciertas tareas cognitivas relacionadas con la interpretación de la lengua y la memoria verbal suponía una activación de los centros occipitales. Sin embargo, no se había establecido una relación causal clara. Los resultados del grupo de Leonardo Cohen, que se publicarán en el número de noviembre de la revista 'Nature Neuroscience', confirman la asociación.
Los investigadores de los Institutos Nacionales de la Salud de EEUU trabajaron con nueve individuos ciegos de nacimiento o que habían perdido la vista en los primeros años de vida y con otras tantas personas sin la minusvalía que actuaron como grupo de comparación. La estrategia de la investigación se basó en usar una técnica que se emplea en el tratamiento de ciertas patologías psiquiátricas conocida como estimulación magnética transcraneal. Dicho método consiste en aplicar campos electromagnéticos en ciertas zonas del cerebro. La energía suministrada altera la actividad neuronal.
En el presente trabajo se trataba de interferir en el funcionamiento de dos regiones del lóbulo occipital (encargado de la visión) y de otra de la corteza prefrontal (funciones intelectuales) mientras los participantes realizaban un ejercicio intelectual que se emplea con frecuencia en investigación para evaluar la respuesta cognitiva. Los sujetos debían asociar rápidamente un nombre con un verbo relacionado, por ejemplo, «manzana» con «comer».
Los científicos observaron que cuando se bloqueaban los centros de la visión, las personas ciegas cometían muchos errores en la tarea que se les había impuesto. No eran capaces de encontrar el verbo correcto. Sin embargo, los individuos con una vista normal respondían adecuadamente. En estos últimos los errores se producían sólo cuando se interrumpía la actividad de la corteza prefrontal.
Puesto que todos los invidentes que participaron en el estudio lo eran desde la infancia, la pregunta que se plantea es si el cerebro es capaz de reprogramarse también cuando la pérdida completa de visión se produce en la edad adulta.
En este sentido, otro trabajo publicado esta semana en la revista 'Current Biology' podría aportar una pista. Científicos canadienses han constatado que las personas ciegas tienen una sensibilidad auditiva muy por encima de la de las personas que ven, de modo que son capaces de localizar en el espacio las fuentes de sonido de una manera mucho más precisa.
Pero la aportación del estudio con respecto a los anteriores es que demuestra que esta habilidad no sólo se desarrolla en los invidentes de nacimiento, sino que también se da en aquellos que han perdido la visión en la edad adulta.
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