El tabaco potencia el daño del alcohol sobre el cerebro
El tabaco y el alcohol son dos factores independientes de daño cerebral y sus efectos se potencian mutuamente, de forma que las lesiones producidas por ambos tóxicos son mayores cuando se consumen a la vez.
El alcohol es un tóxico cerebral de sobra conocido. Hasta un 80% de los alcohólicos son fumadores. Los efectos del tabaco sobre el corazón, el pulmón, el sistema vascular y sus propiedades carcinogenéticas se han estudiado mucho durante años. Se sospecha que el tabaco también puede dañar al cerebro, aunque hasta ahora este efecto ha sido poco investigado.
En un estudio publicado en la revista 'Alcoholism: Clinical and Experimental Research' se ha determinado si el tabaco puede dañar al cerebro por sí mismo y cómo ayuda a que esta sustancia sea aún más tóxica.
Los investigadores de este estudio, realizado en el Hospital de Veteranos de San Francisco (EEUU), compararon a 24 alcohólicos que no habían bebido en la última semana con 26 pacientes no bebedores habituales. En los dos grupos había pacientes fumadores y no fumadores. A todos ellos se les hizo una resonancia magnética espectroscópica con el fin de medir los metabolitos de la sustancia gris y pruebas neuropsicológicas para ver si el daño cerebral había afectado al intelecto.
Los pacientes bebedores, independientemente de si fumaban o no, tenían menos concentración de neurotransmisores (la sustancias que permiten que el impulso eléctrico se transmita) que los no bebedores. El tabaco potenciaba este efecto, disminuyendo aún más las concentraciones de estas sustancias.
"Los resultados indican que el fumar aumenta el daño cerebral producido por el alcohol", comenta el doctor Timothy Durazzo, uno de los investigadores de este estudio. "Si se combinan los efectos del alcohol y el tabaco el daño del cerebro es mayor que el que existe en los individuos que sólo beben o sólo fuman. El daño de ambos tóxicos juntos se produce sobre todo en la zona frontal del cerebro". El lóbulo frontal sirve para emitir juicios, o anticipar las consecuencias de las acciones del individuo.
El estudio también muestra que el tabaco, independientemente del consumo del alcohol, lesiona las neuronas de algunas zonas del cerebro implicadas en movimientos finos y gruesos y la coordinación. El mecanismo de acción es la alteración de las membranas de las neuronas, haciéndolas más susceptibles a la muerte celular.
"Nuestros resultados muestran una gran evidencia de que el tabaquismo crónico, un comportamiento muy asociado a la dependencia al alcohol, tiene un gran impacto sobre la integridad del tejido en algunas regiones cerebrales", comenta Durazzo.
"Muchos investigadores habían ignorado los posibles efectos del tabaco sobre el cerebro, por eso hoy se desconoce si dejar de fumar puede hacer que estos efectos se recuperen o si seguir fumando sin beber permite que los abstinentes se recuperen a la misma velocidad que si también se abandonara el tabaco".
Por último, los autores recuerdan que el consumo de tabaco también es muy frecuente en pacientes con enfermedades psiquiátricas, como la esquizofrenia, la depresión y la ansiedad. Sería interesante ver la interacción del tabaco con estas enfermedades, ya que si el tabaco lesiona la estructura cerebral podría estar contribuyendo a que estas patologías aparecieran o fueran más graves.
El alcohol es un tóxico cerebral de sobra conocido. Hasta un 80% de los alcohólicos son fumadores. Los efectos del tabaco sobre el corazón, el pulmón, el sistema vascular y sus propiedades carcinogenéticas se han estudiado mucho durante años. Se sospecha que el tabaco también puede dañar al cerebro, aunque hasta ahora este efecto ha sido poco investigado.
En un estudio publicado en la revista 'Alcoholism: Clinical and Experimental Research' se ha determinado si el tabaco puede dañar al cerebro por sí mismo y cómo ayuda a que esta sustancia sea aún más tóxica.
Los investigadores de este estudio, realizado en el Hospital de Veteranos de San Francisco (EEUU), compararon a 24 alcohólicos que no habían bebido en la última semana con 26 pacientes no bebedores habituales. En los dos grupos había pacientes fumadores y no fumadores. A todos ellos se les hizo una resonancia magnética espectroscópica con el fin de medir los metabolitos de la sustancia gris y pruebas neuropsicológicas para ver si el daño cerebral había afectado al intelecto.
Los pacientes bebedores, independientemente de si fumaban o no, tenían menos concentración de neurotransmisores (la sustancias que permiten que el impulso eléctrico se transmita) que los no bebedores. El tabaco potenciaba este efecto, disminuyendo aún más las concentraciones de estas sustancias.
"Los resultados indican que el fumar aumenta el daño cerebral producido por el alcohol", comenta el doctor Timothy Durazzo, uno de los investigadores de este estudio. "Si se combinan los efectos del alcohol y el tabaco el daño del cerebro es mayor que el que existe en los individuos que sólo beben o sólo fuman. El daño de ambos tóxicos juntos se produce sobre todo en la zona frontal del cerebro". El lóbulo frontal sirve para emitir juicios, o anticipar las consecuencias de las acciones del individuo.
El estudio también muestra que el tabaco, independientemente del consumo del alcohol, lesiona las neuronas de algunas zonas del cerebro implicadas en movimientos finos y gruesos y la coordinación. El mecanismo de acción es la alteración de las membranas de las neuronas, haciéndolas más susceptibles a la muerte celular.
"Nuestros resultados muestran una gran evidencia de que el tabaquismo crónico, un comportamiento muy asociado a la dependencia al alcohol, tiene un gran impacto sobre la integridad del tejido en algunas regiones cerebrales", comenta Durazzo.
"Muchos investigadores habían ignorado los posibles efectos del tabaco sobre el cerebro, por eso hoy se desconoce si dejar de fumar puede hacer que estos efectos se recuperen o si seguir fumando sin beber permite que los abstinentes se recuperen a la misma velocidad que si también se abandonara el tabaco".
Por último, los autores recuerdan que el consumo de tabaco también es muy frecuente en pacientes con enfermedades psiquiátricas, como la esquizofrenia, la depresión y la ansiedad. Sería interesante ver la interacción del tabaco con estas enfermedades, ya que si el tabaco lesiona la estructura cerebral podría estar contribuyendo a que estas patologías aparecieran o fueran más graves.
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