El sector textil español espera con incertidumbre el impacto de la liberalización
Camisetas blancas a 18 euros o a la mitad. Ropa interior fabricada en Europa o en China. El mercado textil no va a ser lo mismo desde el 31 de diciembre.
En 2005, la exportación queda liberalizada y se eliminan las cuotas de importación, lo que se traduce en un creciente temor a que se produzca una avalancha de productos baratos de fuera de Europa que hagan mella en las industrias locales.
La mayor amenaza llega desde Asia, por los bajos costes de fabricación. La situación no es fácil: se ha llegado a calcular que la industria textil española perderá este año entre 15.000 y 20.000 empleos.
El Acuerdo General sobre Textiles y Vestidos (ATV) establece un sistema de cuotas de importación por naciones y su final, con la consiguiente entrada de productos con mano de obra mucho más barata, podría provocar que el aprovisionamiento de textiles y vestidos pase a depender de seis o siete países, en lugar de los cincuenta que actualmente exportan.
La apertura del sector tendrá inevitablemente un impacto social negativo en los países productores en desarrollo, sobre todo en aquellos que crecieron apoyándose en su mano de obra barata.
Así lo señaló el responsable del sector Textiles y Vestidos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Jean Paul Sajhau, quien sostuvo que es posible que China llegue a representar el 50% de las exportaciones mundiales en los próximos años.
Peligro para el empleo
En la Unión Europea (UE) el sector textil genera 2,5 millones de empleos, el fin del Acuerdo provocará seguramente un efecto laboral negativo.
En España los perjuicios esperados son altos, de hasta 20.000 recortes de empleos. Además, prevén que desparezcan 400 empresas, el número más alto de los últimos años, sobre todo en zonas del centro y el sur de España, especializadas en mano de obra intensiva y que no pueden competir con los precios más bajos que ofrece Marruecos o Túnez ni con los muchos más rebajados de los productos chinos.
Según la OIT, el gran problema es que prácticamente ningún país se preparó a tiempo para el final de las cuotas, aunque algunos han solicitado en los últimos meses apoyo al organismo internacional para poner en marcha programas que permitan paliar su temido impacto social.
Fortaleza china
Sin embargo, en esta ecuación también hay varios países que resultaran ganadores, aunque de lejos el más favorecido será China, que aún cuando está atada por las cuotas que limitan sus exportaciones ya genera el 28% de la producción mundial de prendas de vestir.
Desde 2002 China ha conseguido aumentar en un 70% sus exportaciones, reduciendo en un 50% sus precios, lo que ha hecho que se convierta en el campeón de la liberalización del sector textil, dejando ganancias de cuotas significativas a otros países competidores como India, México, Turquía, Tailandia o Bangladesh.
China ya controla el 18% del sector textil en Europa y el 32% en Estados Unidos; y el objetivo confesado de los dirigentes chinos es hacer con el 50% del mercado mundial de productos textiles a medio o largo plazo.
Para proteger el comercio, la UE notificó a Pekín la puesta en marcha de un "mecanismo de seguimiento" para los textiles chinos, que le permitirá conocer el volumen de mercancía procedente de China y los efectos de esos productos en el conjunto de las importaciones, así como cualquier posible desequilibrio en el mercado único.
En 2005, la exportación queda liberalizada y se eliminan las cuotas de importación, lo que se traduce en un creciente temor a que se produzca una avalancha de productos baratos de fuera de Europa que hagan mella en las industrias locales.
La mayor amenaza llega desde Asia, por los bajos costes de fabricación. La situación no es fácil: se ha llegado a calcular que la industria textil española perderá este año entre 15.000 y 20.000 empleos.
El Acuerdo General sobre Textiles y Vestidos (ATV) establece un sistema de cuotas de importación por naciones y su final, con la consiguiente entrada de productos con mano de obra mucho más barata, podría provocar que el aprovisionamiento de textiles y vestidos pase a depender de seis o siete países, en lugar de los cincuenta que actualmente exportan.
La apertura del sector tendrá inevitablemente un impacto social negativo en los países productores en desarrollo, sobre todo en aquellos que crecieron apoyándose en su mano de obra barata.
Así lo señaló el responsable del sector Textiles y Vestidos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Jean Paul Sajhau, quien sostuvo que es posible que China llegue a representar el 50% de las exportaciones mundiales en los próximos años.
Peligro para el empleo
En la Unión Europea (UE) el sector textil genera 2,5 millones de empleos, el fin del Acuerdo provocará seguramente un efecto laboral negativo.
En España los perjuicios esperados son altos, de hasta 20.000 recortes de empleos. Además, prevén que desparezcan 400 empresas, el número más alto de los últimos años, sobre todo en zonas del centro y el sur de España, especializadas en mano de obra intensiva y que no pueden competir con los precios más bajos que ofrece Marruecos o Túnez ni con los muchos más rebajados de los productos chinos.
Según la OIT, el gran problema es que prácticamente ningún país se preparó a tiempo para el final de las cuotas, aunque algunos han solicitado en los últimos meses apoyo al organismo internacional para poner en marcha programas que permitan paliar su temido impacto social.
Fortaleza china
Sin embargo, en esta ecuación también hay varios países que resultaran ganadores, aunque de lejos el más favorecido será China, que aún cuando está atada por las cuotas que limitan sus exportaciones ya genera el 28% de la producción mundial de prendas de vestir.
Desde 2002 China ha conseguido aumentar en un 70% sus exportaciones, reduciendo en un 50% sus precios, lo que ha hecho que se convierta en el campeón de la liberalización del sector textil, dejando ganancias de cuotas significativas a otros países competidores como India, México, Turquía, Tailandia o Bangladesh.
China ya controla el 18% del sector textil en Europa y el 32% en Estados Unidos; y el objetivo confesado de los dirigentes chinos es hacer con el 50% del mercado mundial de productos textiles a medio o largo plazo.
Para proteger el comercio, la UE notificó a Pekín la puesta en marcha de un "mecanismo de seguimiento" para los textiles chinos, que le permitirá conocer el volumen de mercancía procedente de China y los efectos de esos productos en el conjunto de las importaciones, así como cualquier posible desequilibrio en el mercado único.
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