Viento en popa a toda vela
Los tiempos están cambiando y no es preciso, por fortuna, mirarse al espejo para constatarlo. Todo lo contrario. Basta con echar un vistazo a la web de la Asociación de Internautas, por ejemplo. La llamada sociedad de la información está en permanente y estruendoso avance contra todo aquello que intente limitarla.
Mal asunto ponerle puertas al campo. Por eso, hasta el viejo concepto del copyright está cediendo sus oxidados galones al flamante copyleft que se avecina. Podemos definirlo con suma brevedad: cualquier texto, imagen o conocimiento puede ser transmitido y compartido si se citan su origen y su autor. Resulta sencillo de entender, pero algunos ni por esas. Bajo la bandera del copyright, que enarbola con entusiasmo la Sociedad General de Autores, canon tras canon y subida tras subida de precios, se esconden las tibias y la calavera de los antiguos depredadores temerosos de perder sus privilegios.
Pero lo más molesto es que llamen piratas a los consumidores y que, además, nos traten como a tales, con la aquiescencia del Ministerio de Cultura que tiene previsto aprobar un nuevo plan contra la Piratería el próximo mes de marzo. No entienden la imparable realidad de las redes de intercambio de archivos -redes p2p- ni que en ellas se están gestando las bases que mantendrán vigentes sus negocios. Quizá les convenga leerse el manifiesto creado por Marco Montemagno, profesor de la Università Cattolica del Sacro Cuore de Milán. Pero hoy es viernes y hay tertulia en el Salón Rojo del Palau Solleric. Un buen lugar para que Miquel Ferrà i Martorell -quien tras superar, enhorabuena, a siete optantes al Ciutat de Palma de Novela en catalán, acaba de afirmar que en Baleares «no existeix una tradició literària en castellà»- encuentre, si quiere, numerosas muestras de la existencia de algo más que tradición de la literatura balear en castellano, la realidad pujante y dinámica que tiene en el décimo cumpleaños de La Bolsa de Pipas un motivo de reunión y literatura. Existimos. ¿He de pedir disculpas?
Mal asunto ponerle puertas al campo. Por eso, hasta el viejo concepto del copyright está cediendo sus oxidados galones al flamante copyleft que se avecina. Podemos definirlo con suma brevedad: cualquier texto, imagen o conocimiento puede ser transmitido y compartido si se citan su origen y su autor. Resulta sencillo de entender, pero algunos ni por esas. Bajo la bandera del copyright, que enarbola con entusiasmo la Sociedad General de Autores, canon tras canon y subida tras subida de precios, se esconden las tibias y la calavera de los antiguos depredadores temerosos de perder sus privilegios.
Pero lo más molesto es que llamen piratas a los consumidores y que, además, nos traten como a tales, con la aquiescencia del Ministerio de Cultura que tiene previsto aprobar un nuevo plan contra la Piratería el próximo mes de marzo. No entienden la imparable realidad de las redes de intercambio de archivos -redes p2p- ni que en ellas se están gestando las bases que mantendrán vigentes sus negocios. Quizá les convenga leerse el manifiesto creado por Marco Montemagno, profesor de la Università Cattolica del Sacro Cuore de Milán. Pero hoy es viernes y hay tertulia en el Salón Rojo del Palau Solleric. Un buen lugar para que Miquel Ferrà i Martorell -quien tras superar, enhorabuena, a siete optantes al Ciutat de Palma de Novela en catalán, acaba de afirmar que en Baleares «no existeix una tradició literària en castellà»- encuentre, si quiere, numerosas muestras de la existencia de algo más que tradición de la literatura balear en castellano, la realidad pujante y dinámica que tiene en el décimo cumpleaños de La Bolsa de Pipas un motivo de reunión y literatura. Existimos. ¿He de pedir disculpas?
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