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MARSEL & CO

Para millares de enfermos de sida en Zimbabue, "no queda sino rezar"

Para millares de enfermos de sida en Zimbabue, "no queda sino rezar" Con 30 años y los andares de un viejo, Raphael Gonye tiene la mirada sin esperanza y las llagas en su rostro delatan un avanzado caso de sida. Pero en Zimbabue, donde casi un tercio de la población está infectada, llama poco la atención.

Gonye sufre de tuberculosis y frecuentes ataques de diarrea, pero a falta de dinero para cuidados médicos, malvive con su hermano en un hostal en el barrio de Matapi, en Harare, donde comparte una letrina maloliente con centenares de residentes más.

Agencias de Naciones Unidas y analistas en temas de salud calculan que en Zimbabue hay casi 3,8 millones de personas infectadas con sida, entre una población de 12,6 millones. Se cree que más de tres millones morirán en los próximos tres años.

Fuentes gubernamentales reconocen que unos 500 zimbabuenses mueren a diario de enfermedades relacionadas con el sida.

"El VIH y sida se han transformado en un crisis de salud y desarrollo en Zimbabue, y continuará afectando a la población hasta el año 2018", subraya un informe del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD).

Como 220.000 zimbabuenses más que sufren un estado avanzado de la enfermedad, Gonye está buscando alguna forma de conseguir los antirretrovirales de los que informan los diarios, pero las instituciones de salud cobran precios que superan el presupuesto promedio de cualquier ciudadano del país africano.

Una sola dosis del "cóctel" más barato antirretroviral cuesta 52 euros, un precio imposible en un país con un nivel de desempleo del 70%.

En junio pasado, el presidente Robert Mugabe anunció que su gobierno podría distribuir antirretrovirales a sólo 10.000 personas.

Pero en 2004, durante la primera conferencia en Zimbabue sobre HIV-SIDA, los analistas dijeron que sólo unas 300 personas estaban obteniendo antirretrovirales gratis en programas gubernamentales.

"Rezo para que el gobierno, la gente o cualquiera más me pueda ayudar, pero a nadie le parece importar", dice Gonye entre muecas de dolor.

Existe cierta confusión en círculos gubernamentales sobre como gestionar la pandemia, y el ministro de Salud, David Parirenyatwa, ha expresado la necesidad de cambiar de rumbo.

"Será una lucha larga y difícil y los resultados se sentirán por mucho tiempo", ha declarado Parirenyatwa.

Fraude y rechazo de ayudas

Los esfuerzos de Zimbabue frente al sida se complican por el aislamiento internacional del país, ya que Mugabe no quiere recibir donaciones extranjeras porque provienen de "agentes del imperialismo" que supuestamente buscan sacarlo del poder.

A pesar de las declaraciones de su ministro de Salud, Mugabe, de 81 años, que gobierna en Zimbabue desde 1980, dijo recientemente que su país contaba con el mejor sistema en la región para enfrentar el virus.

Y su arma principal es un fondo especial financiado por un impuesto obligatorio del 3% sobre los salarios de los trabajadores.

Pero un informe gubernamental reveló que varios altos funcionarios sustrajeron fondos millonarios del dinero destinado a los antirretrovirales. De los 49 millones de euros recaudados, sólo un 30% estaba disponible, según el informe.

Mientras tanto, un 70% de los pacientes en los hospitales zimbabuos padece sida. Hay escasez de jeringas, vendas y antibióticos, y los bajos salarios han forzado también a enfermeras y doctores a emigrar hacia países vecinos, como Sudáfrica.

En la institución de salud mas importante, el Hospital Harare, un doctor confirmó que más de 50% del personal médico allí está formado por estudiantes, que además no dan abasto.

Hasta que algo no cambie, Gonye y otros como él subsistirán como puedan sin medicamentos y poca comida. El año pasado muchos recibían alimentos en sus iglesias, gracias a organizaciones como World Vision, pero el gobierno de Mugabe suspendió estas donaciones, argumentando que el país tenía comida para todos.

Demasiado débil para seguir en su trabajo vendiendo ropa usada, a Gonye no le queda más que sufrir y esperar.

"No se puede hacer más que rezar," dice Gonye resignado.

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