Las células madre influyen en la evolución del cáncer y el envejecimiento
Cáncer, envejecimiento, células madre, longitud de los telómeros y cantidad de enzima telomerasa. Cinco conceptos que se entrelazan y que en manos del equipo que dirige María Blasco en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas están dando grandes sorpresas. La última la publica la revista 'Science': las células madre están vinculadas con el desarrollo del cáncer y el envejecimiento.
Las células madre regeneran los tejidos dañados del organismo. Se encuentran 'dormidas' en sus 'guaridas' hasta que se produce un daño tisular. Entonces, "emigran desde sus nichos hasta el lugar que tienen que reparar", indica María Blasco. El problema se produce cuando "se activan o multiplican en exceso o demasiado poco. Entonces, surge el cáncer o enfermedades relacionadas con el envejecimiento".
A medida que envejecemos, los telómeros -unos fragmentos de ADN que se encuentran en los extremos de los cromosomas- se hacen cada vez más cortos de manera natural. Por su parte, la enzima telomerasa se encarga de corregir este proceso de acortamiento de los telómeros, por lo que es esencial en el proceso vital de un individuo sano.
Pero cuando hay demasiada telomerasa algo malo está ocurriendo. "Más del 90% de los tumores humanos tienen cantidades aberrantemente altas de telomerasa", asegura la doctora a 'elmundo.es'. "Nosotros hemos reproducido esta situación generando ratones que tienen niveles de telomerasa parecidos a los de un tumor".
Su compañero, Ignacio Flores, explica los efectos de esa abundancia de telomerasa: "las células madre abandonan sus nichos en exceso y regeneran los tejidos de manera demasiado eficaz, con lo que la piel y el pelo crecen más de lo normal, y hay una mayor susceptibilidad a formar tumores". Además, en una investigación previa, el equipo descubrió que las células cancerosas "mantienen siempre los telómeros frescos, gracias a que tienen altos niveles de telomerasa, y esto las convierte en inmortales".
Por el contrario, si la cantidad de telomerasa es muy baja, la longitud de los telómeros es muy pequeña y sucede que "las células madre no abandonan sus nichos ni regeneran la piel y el pelo adecuadamente", continua el doctor Flores. Este tipo de alteración está relacionada con enfermedades como la disqueratosis congénita -un extraño síndrome que provoca el envejecimiento prematuro por la deficiencia de regeneración celular- o la anemia aplásica -enfermedad causada por la incapacidad de la médula ósea de producir la suficiente cantidad de células de la sangre-.
Un equipo joven. De izquierda a derecha: María Luisa Cayuela, María Blasco e Ignacio Flores (Foto: Cortesía del CNIO)
Un equipo joven. De izquierda a derecha: María Luisa Cayuela, María Blasco e Ignacio Flores (Foto: Cortesía del CNIO)
Estas alteraciones del comportamiento de las células madre -longitud de los telómeros y cantidad de enzima telomerasa- pueden servir como marcadores de diagnóstico precoz, ya que preceden en el tiempo a la aparición de los primeros síntomas visibles de envejecimiento prematuro o cáncer, de acuerdo con los investigadores.
Asimismo, conocer los factores que rigen el comportamiento de la células madre es muy importante para "utilizar éstas en terapias celulares sin causar efectos secundarios".
El tratamiento de quemaduras y la calvicie son dos aspectos que también podrían beneficiarse de esta investigación. "De hecho, a los ratones que tienen mas telomerasa en la piel les crece el pelo más que a los ratones normales y cicatrizan heridas más rapido", asegura la doctora Blasco. No obstante, impone cautela: "¡pero ojo! el aumentar la telomerasa en las celulas madre de la piel habría que hacerlo de una manera controlada ya que podría tener efectos negativos para la salud como son una mayor incidencia de cáncer con el tiempo".
Una firme trayectoria
Comenzó su carrera en Biología un poco indecisa pero a su vez convencida de que las ciencias eran lo suyo. Esta alicantina sobria y de ojos serenos inició su etapa universitaria en Valencia. Pronto descubrió la bioquímica y se enamoró de ella. Sin dudarlo, pidió el traslado a la Universidad Autónoma de Madrid, atraída por el prestigio y las labores que se desarrollaban en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). En el laboratorio de Margarita Salas necesitaban una persona y ella era la idónea.
Allí aprendió a pensar como un científico, a tomar el control sobre sus experimentos y a ser extremadamente rigurosa. También allí conoció a su marido, el investigador Manuel Serrano, con el que se trasladó a Estados Unidos. Disfrutaron de cuatro años en el Laboratorio Cold Spring Harbor en Nueva York, donde María inició sus investigaciones en cáncer y envejecimiento. Regresaron a Madrid porque les ofrecieron una oportunidad en el departamento de Carlos Martínez (actual presidente del CSIC), en un laboratorio con medios, el Centro Nacional de Biotecnología.
En 2003 se incorporaron al CNIO de la mano de Mariano Barbacid. María dirige el programa de Oncología Molecular y el Grupo de Telómeros y Telomerasas está obteniendo grandes resultados. Ese mismo año fue galardonada con el premio de la Fundación del Cáncer Josef Steiner por su aportación al esclarecimiento del papel de los telómeros en el desarrollo del cáncer. Es la primera mujer que ha recibido este honor.
El año pasado recibió la medalla de oro de la Organización Europea de Biología Molecular (EMBO), esta vez fue el primer investigador español en obtener este reconocimiento. Las revistas de mayor prestigio, como 'Nature Cell Biology', 'Science', 'Cell' o 'The EMBO journal' han publicado algunos de sus casi 70 artículos.
Ahora, con 40 años, esta científica que ha dejado lado el 'cacharreo' del laboratorio para centrarse en las labores de gestión y coordinación del grupo, acaba de publicar un nuevo estudio que abre camino hacia un futuro sin cáncer mortal.
Las células madre regeneran los tejidos dañados del organismo. Se encuentran 'dormidas' en sus 'guaridas' hasta que se produce un daño tisular. Entonces, "emigran desde sus nichos hasta el lugar que tienen que reparar", indica María Blasco. El problema se produce cuando "se activan o multiplican en exceso o demasiado poco. Entonces, surge el cáncer o enfermedades relacionadas con el envejecimiento".
A medida que envejecemos, los telómeros -unos fragmentos de ADN que se encuentran en los extremos de los cromosomas- se hacen cada vez más cortos de manera natural. Por su parte, la enzima telomerasa se encarga de corregir este proceso de acortamiento de los telómeros, por lo que es esencial en el proceso vital de un individuo sano.
Pero cuando hay demasiada telomerasa algo malo está ocurriendo. "Más del 90% de los tumores humanos tienen cantidades aberrantemente altas de telomerasa", asegura la doctora a 'elmundo.es'. "Nosotros hemos reproducido esta situación generando ratones que tienen niveles de telomerasa parecidos a los de un tumor".
Su compañero, Ignacio Flores, explica los efectos de esa abundancia de telomerasa: "las células madre abandonan sus nichos en exceso y regeneran los tejidos de manera demasiado eficaz, con lo que la piel y el pelo crecen más de lo normal, y hay una mayor susceptibilidad a formar tumores". Además, en una investigación previa, el equipo descubrió que las células cancerosas "mantienen siempre los telómeros frescos, gracias a que tienen altos niveles de telomerasa, y esto las convierte en inmortales".
Por el contrario, si la cantidad de telomerasa es muy baja, la longitud de los telómeros es muy pequeña y sucede que "las células madre no abandonan sus nichos ni regeneran la piel y el pelo adecuadamente", continua el doctor Flores. Este tipo de alteración está relacionada con enfermedades como la disqueratosis congénita -un extraño síndrome que provoca el envejecimiento prematuro por la deficiencia de regeneración celular- o la anemia aplásica -enfermedad causada por la incapacidad de la médula ósea de producir la suficiente cantidad de células de la sangre-.
Un equipo joven. De izquierda a derecha: María Luisa Cayuela, María Blasco e Ignacio Flores (Foto: Cortesía del CNIO)
Un equipo joven. De izquierda a derecha: María Luisa Cayuela, María Blasco e Ignacio Flores (Foto: Cortesía del CNIO)
Estas alteraciones del comportamiento de las células madre -longitud de los telómeros y cantidad de enzima telomerasa- pueden servir como marcadores de diagnóstico precoz, ya que preceden en el tiempo a la aparición de los primeros síntomas visibles de envejecimiento prematuro o cáncer, de acuerdo con los investigadores.
Asimismo, conocer los factores que rigen el comportamiento de la células madre es muy importante para "utilizar éstas en terapias celulares sin causar efectos secundarios".
El tratamiento de quemaduras y la calvicie son dos aspectos que también podrían beneficiarse de esta investigación. "De hecho, a los ratones que tienen mas telomerasa en la piel les crece el pelo más que a los ratones normales y cicatrizan heridas más rapido", asegura la doctora Blasco. No obstante, impone cautela: "¡pero ojo! el aumentar la telomerasa en las celulas madre de la piel habría que hacerlo de una manera controlada ya que podría tener efectos negativos para la salud como son una mayor incidencia de cáncer con el tiempo".
Una firme trayectoria
Comenzó su carrera en Biología un poco indecisa pero a su vez convencida de que las ciencias eran lo suyo. Esta alicantina sobria y de ojos serenos inició su etapa universitaria en Valencia. Pronto descubrió la bioquímica y se enamoró de ella. Sin dudarlo, pidió el traslado a la Universidad Autónoma de Madrid, atraída por el prestigio y las labores que se desarrollaban en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). En el laboratorio de Margarita Salas necesitaban una persona y ella era la idónea.
Allí aprendió a pensar como un científico, a tomar el control sobre sus experimentos y a ser extremadamente rigurosa. También allí conoció a su marido, el investigador Manuel Serrano, con el que se trasladó a Estados Unidos. Disfrutaron de cuatro años en el Laboratorio Cold Spring Harbor en Nueva York, donde María inició sus investigaciones en cáncer y envejecimiento. Regresaron a Madrid porque les ofrecieron una oportunidad en el departamento de Carlos Martínez (actual presidente del CSIC), en un laboratorio con medios, el Centro Nacional de Biotecnología.
En 2003 se incorporaron al CNIO de la mano de Mariano Barbacid. María dirige el programa de Oncología Molecular y el Grupo de Telómeros y Telomerasas está obteniendo grandes resultados. Ese mismo año fue galardonada con el premio de la Fundación del Cáncer Josef Steiner por su aportación al esclarecimiento del papel de los telómeros en el desarrollo del cáncer. Es la primera mujer que ha recibido este honor.
El año pasado recibió la medalla de oro de la Organización Europea de Biología Molecular (EMBO), esta vez fue el primer investigador español en obtener este reconocimiento. Las revistas de mayor prestigio, como 'Nature Cell Biology', 'Science', 'Cell' o 'The EMBO journal' han publicado algunos de sus casi 70 artículos.
Ahora, con 40 años, esta científica que ha dejado lado el 'cacharreo' del laboratorio para centrarse en las labores de gestión y coordinación del grupo, acaba de publicar un nuevo estudio que abre camino hacia un futuro sin cáncer mortal.
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