NO HAY NADA
Tengo una cuenta pendiente con este miedo imprudente que en ocasiones me envuelve y me tiene con pendiente; me detengo en el camino para evaluar mi destino, y nada me importa más que mi forma de pensar, sentir y actuar; pero el temor no se aleja, se empeña en decirme que jamás lograré abrir esa puerta a la libertad, por dejar entrar a esos fantasmas que me acosan sin piedad, pero esta vez me pienso automedicar, y saco del archivo del recuerdo el expediente de mi vida para llevar a cabo un examen a conciencia y reconocer que existen miedos que debo controlar; temor a lo desconocido, el miedo a perder un ser querido, a perder la vida sin lograr mi cometido, a vivir al día porque así me lo dicta la economía, a la extrema pobreza, al poder de la riqueza, a sarcásticos comentarios, al amarillismo en los diarios, a otra guerra mundial, al sermón del cardenal, al político ventajoso o al burócrata perezoso, a vivir en el pasado, pensando a futuro y continuar bien estancado, a verme al espejo sin encontrarme, a verme viejo sin aceptarme, a juzgar o ser juzgado, a lastimar o ser lastimado, y empiezo a cuestionarme si valdrá la pena lo que hago o dejo de hacer, porque el miedo siempre será mi reto a vencer; sin embargo hoy tengo una corazonada, que detrás del miedo, no hay nada.
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