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MARSEL & CO

La magia, los ritos y los misterios cerebrales de la historia

Vea algunas fotos del libro 'De Cerebri morbis' de la SEN Olvidada sea mi diestra. Pégueseme mi lengua al paladar". Una de las primeras descripciones históricas del ictus (un accidente cerebrovascular) se encuentra en las páginas de la Biblia, concretamente en el Libro de los Salmos, escrito alrededor del año 1.050 antes de Cristo. Por primera vez, un libro recoge todas las interpretaciones que ha recibido el cerebro a lo largo de la Historia, desde el Neolítico hasta nuestros días.

En total, 16 especialistas del Grupo de Historia de la Sociedad Española de la Neurología han dado forma a cada uno de los capítulos que componen 'De Cerebri Morbis' ('Sobre las enfermedades cerebrales', editado con la colaboración de Ucb Pharma), un compendio de cómo se ha interpretado a lo largo de la historia este misterioso órgano gris, y sus principales enfermedades.

Para Aristóteles no dejaba de ser una esponja que enfriaba la sangre; mientras que los egipcios, los primeros en desentrañar su anatomía unos 3.000 años antes de nuestra civilización, lo extirpaban a través de la nariz en el momento de la momificación porque no creían que tuviese ninguna función. Y eso que ya eran capaces de describir con detalle su aspecto rugoso.

"Las primeras manifestaciones escritas sobre el estudio del cerebro son egipcias, aunque también se han hallado en la Biblia y en documentos chinos", explica a elmundo.es el neurólogo Antonio Martín Araguz, especialista del Hospital General de la Defensa y coordinador de la obra junto a su colega Víctor Fernández-Armayor. "Aunque mucho antes, ya en el Neolítico, se llevaban a cabo trepanaciones con alguna base mágico-ritual para dar solución a problemas como las cefaleas o la epilepsia".

De hecho, la perforación del cráneo (en ocasiones para dejar salir los demonios atrapados dentro del cerebro) es una de las que más ha sorprendido a lo largo de la historia. "Aún hay algunos pueblos africanos, e incluso sectas, que consideran que la trepanación permite alcanzar un estado superior, o incluso que mejora la inteligencia". Curiosamente, los fragmentos de cráneo extraídos al hacer ese orificio se han utilizado como amuletos a lo largo de la historia debido a las propiedades protectoras y mágicas que se les atribuían.

Separado de la cabeza

Fue Galeno, en el siglo II aC, y gracias a los estudios de Hipócrates y la Escuela de Alejandría, uno de los primeros en mencionar la función vital que jugaba como rector del resto del organismo. "Aunque no fue hasta el Renacimiento, con la escuela de los grandes anatomistas italianos, cuando se empezó a hablar de un órgano específico, distinto de la cabeza". De hecho, el título del libro es un homenaje al primer tratado de medicina homónimo dedicado exclusivamente a los procesos cerebrales y escrito en 1549 por el holandés Jason Pratensis.

Martín Araguz reconoce que algunas de las enfermedades mentales 'desaparecidas' en los países más desarrollados, como las producidas por las carencias nutricionales durante la Guerra Civil española, podrían reaparecer si cambian de nuevo los factores económicos y sociales del entorno. "En el futuro, la contaminación o el cambio climático cambiarán nuestro entorno, y el cerebro es un órgano más del cuerpo humano que reflejará esos cambios", explica.

Algo de lo que no ha cambiado en todos estos siglos es el estigma social que aún rodea a algunas enfermedades mentales. "En la Edad Media, por algunas de estas manifestaciones podías acabar convertido en santo o en la hoguera", bromea el neurólogo. "Ahora las cosas han mejorado, pero el estigma sigue aún existiendo ligado a la ignorancia, a lo que consideramos desconocido".

Una de las enfermedades mentales más estigmatizadas de la historia ha sido la epilepsia, junto con la histeria y las patologías psiquiátricas o las migrañas con representaciones visuales y los ictus repentinos. "En algunas culturas se asociaban al pecado, a una manifestación demoniaca, debido a la fuerte influencia del sentimiento religioso. Mientras que en el Islam, por el contrario, estos pacientes eran dignos de grandes cuidados por parte de la sociedad".

A pesar de lo mucho que se ha avanzado, el cerebro sigue despertando fascinación y curiosidad a partes iguales, y aún quedan cosas por comprender. "Incluso desde el punto de vista filosófico, la imagen del cerebro pensando en sí mismo es fascinante", señala Martín Araguz. "Aún nos preguntamos cómo es posible que los millones y millones de células que lo componen sean capaces de auto-organizarse a partir de ese caos. No hay ninguna máquina capaz de funcionar como lo hace el cerebro a lo largo de toda nuestra vida con semejante complejidad".

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