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MARSEL & CO

VIOLENCIA DOMÉSTICA

El médico de atención primaria puede ayudar a detectar los casos ocultos

Se desconocen los nombres de muchas de ellas y las ilusiones y los sueños de todas, pero sí se sabe que nunca tenían que haber muerto de la forma que lo hicieron. Ya son 39 las mujeres que han fallecido durante este año por asesinatos cometidos por sus parejas. La violencia doméstica «es un problema de salud que antes de trascender a la sociedad mediante el quebrantamiento de una norma, afecta a la salud física y psicológica de la mujer que la sufre, a la primera para dañarla, y a la segunda para someterla». Con estas palabras se inicia uno de los capítulos de la nueva 'Guía de la Buena Práctica Clínica en el Abordaje de Situaciones de Violencia de Género', que ha sido presentada esta semana en Madrid.

Este documento, que ha sido elaborado conjuntamente por el Ministerio de Sanidad y Consumo y la Organización Médica Colegial, tiene como fin «formar e informar a los médicos de atención primaria, que son los que mejor pueden ayudar a prevenir estos casos de abusos», ha insistido a SALUD Francisco Toquero, médico de familia en el servicio de urgencias del Complejo Hospitalario de Ciudad de Jaén y uno de los autores -junto con Miguel Lorente, director del Instituto de Medicina Legal de Granada-, del mencionado documento.

Según el doctor Toquero, la guía está hecha por y para especialistas de atención primaria, «porque ellos conocen a las víctimas y a sus agresores. Son los que tienen datos sobre su entorno familiar y social, sus circunstancias personales, el ambiente que las rodea y por ello pueden colaborar en la identificación de muchos casos ocultos que ellas no denuncian porque consideran que viven una situación normal».

La prevención, por tanto, vendría de la observación de los trastornos comunes por los que consulta la afectada, pero que no tienen un origen concreto. A modo de ejemplo, las frecuentes infecciones urinarias pueden reflejar abusos sexuales constantes. Hay más síntomas que delatan la violencia de género: insomnio, cefaléas, aumento de la demanda asistencial, problemas gastrointestinales, dolor crónico, disfunciones sexuales, falta de apetito, ansiedad, nerviosismo o consumo abusivo de medicamentos, entre otros. «La agresión física es la espoleta de una situación mantenida (la media de tiempo es de cinco a 10 años hasta que se destapa) en la que el chantaje y la presión emocional lleva tiempo produciéndose. Es ahí donde se puede hacer una labor de prevención».

En el documento, que pretende aglutinar criterios de actuación de buena práctica ante una situación de este tipo, se exponen tanto las lesiones psíquicas como las físicas que padecen las afectadas a corto y largo plazo, que según una macroencuesta realizada por el Instituto de la Mujer en 2002, reconoce sufrir el 11% de las mujeres mayores de 18 años. Uno de los puntos clave para que estos especialistas puedan sacar a la luz los casos ocultos de malos tratos son las preguntas que los médicos pueden formular en la consulta. Muchas de las víctimas están buscando «en realidad una ayuda o un apoyo sobre el que poder contar sus vivencias, por eso alrededor del 60% revelaría sin problemas su situación si el médico le preguntara y sólo un 12% confiesa que no lo haría. La realidad indica que no sucede, pues los médicos de familia sólo realizan estas entrevistas a entre un 10% y un 15% de las mujeres que acuden a una primera consulta, los ginecólogos a un 20% y los internistas al 8%», se apunta en la nueva guía.

Para Carmen Fernández, del grupo de trabajo de violencia doméstica de la Sociedad Española de medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), es importante que los profesionales «sepan cómo preguntar a sus pacientes, para que no sientan que están invadiendo su intimidad». Esta especialista insiste en que, una vez descubierto un caso de abuso, se ponen en marcha los mecanismos de actuación necesarios. «Si existe riesgo vital urgente en ese momento se acude al juzgado, pero si no hay que orientar a la paciente para que sepa qué puede hacer, dónde recurrir, y sobre todo hacer un seguimiento para que recupere su autoestima y su estabilidad psíquica y entonces sea capaz de tomar decisiones. El abordaje de la violencia es multiprofesional

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