Blogia
MARSEL & CO

La cirugía sin cicatriz confirma su valor en el aneurisma abdominal

El mayor riesgo de los aneurismas aortoabdominales es que se rompan. Si ocurre, la tasa de mortalidad es del 80%. De ahí que cuando la aorta se abomba a nivel de la zona abdominal y el diámetro del vaso supera los 5 cm la decisión está clara: es necesario sustituir quirúrgicamente el tramo afectado por un injerto sintético. Entonces surge el segundo interrogante, ¿cómo hacerlo? ¿Abriendo el abdomen o metiendo unos pequeños catéteres a través de la arteria femoral?

A primera vista, esta última opción es menos cruenta. Pero, ¿significa eso que sea la mejor? Hasta ahora no ha habido consenso al respecto. Esta semana una investigación holandesa ha ratificado las bondades de la cirugía endovascular, nombre con el que se conoce a la técnica mínimamente invasiva. Tras comparar sendos procedimientos en un amplio grupo de afectados, los autores concluyen que la mortalidad posquirúrgica es hasta tres veces inferior cuando se emplea este novedoso método.

De acuerdo con los datos publicados en el último 'The New England Journal of Medicine', se registró una tasa de fallecimientos cercana al 5% entre los operados de la forma tradicional, frente al 1% de los tratados con el procedimiento moderno.

Este grupo experimentó, igualmente, hasta dos veces menos complicaciones, sobre todo pulmonares, que los intervenidos de la forma clásica. Sus hallazgos son muy similares a los publicados recientemente por otro grupo británico.

En este sentido, los autores sostienen que la reparación endovascular de la aorta es «preferible» a la cirugía abierta en los pacientes con aneurismas de, al menos, cinco centímetros. Y desgranan otras ventajas de la técnica: la operación dura menos tiempo, los enfermos pierden menos sangre en el quirófano, se usa en menor medida la ventilación mecánica y la estancia media en cuidados intensivos y en el hospital es inferior.

No obstante, en el mismo artículo matizan su entusiasmo y reconocen prudentemente que sus resultados no son extrapolables a todos los pacientes. En el estudio se hizo una selección previa y se incluyeron sólo enfermos cuyo riesgo de sufrir complicaciones durante la cirugía era bajo. Así, se descartaron aquéllos cuyos vasos estaban muy deteriorados o cuyo recorrido era demasiado tortuoso como para introducir y guiar los catéteres hasta la zona del aneurisma. Admiten, por otro lado, que queda por despejar la mitad del interrogante acerca de las ventajas de la nueva técnica: ¿también se reducen las muertes a largo plazo? El editorial que acompaña al artículo se centra en esta cuestión. «Se determina el riesgo asociado al procedimiento, pero no su beneficio», dice su autor. Y recuerda que, según dos registros europeos, la tasa de fallos del injerto aórtico es 10 veces superior con el método endovascular. Otros datos sugieren que la mortalidad a largo plazo también puede ser mayor con este sistema.

Fernando Vaquero, presidente de la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular, es partidario de usar la técnica moderna en pacientes mayores de 70 años de alto riesgo, y no en los más jóvenes, salvo excepciones. «La mortalidad a largo plazo de la cirugía abierta está muy bien acreditada y es de entre un 3% y un 5%. No tenemos la misma información respecto a la endovascular», reflexiona.

0 comentarios