En 2025 la hipertensión afectará a mil millones de personas más en todo el mundo
Las autoridades sanitarias de todos los países, desarrollados o en vías de conseguirlo, deberían tomar buena nota de los datos alarmantes de un nuevo estudio que acaba de ver la luz en la última edición de la revista 'The Lancet'. Tal y como apuntan los autores del mismo, dirigidos por Jiang He, del departamento de Epidemiología en la Universidad Tulane, de Nueva Orleans (EEUU), en 2025 la incidencia de hipertensión en la población adulta aumentará en un 60%. Para que usted se haga una idea más clara de lo que este porcentaje significa tome nota de esta cifra: mil millones de personas más de las que actualmente (972 millones) tienen la presión arterial elevada.
«La hipertensión es el factor de riesgo principal de mortalidad e incrementa las probabilidades de padecer una enfermedad cardiovascular o renal. La prevalencia de este trastorno en distintas regiones del mundo ya se ha documentado con anterioridad, pero éste es el primer trabajo que estima cuántos casos habrá en todo el mundo», argumentan los investigadores.
Para ello, analizaron toda la bibliografía sobre la incidencia de la enfermedad -que se define por tener una media de 140 mm Hg o más de presión sistólica y 90 mmHg de diastólica o consumir antihipertensivos- entre enero de 1980 y diciembre de 2002. Finalmente se obtuvieron datos de 30 poblaciones distintas entre las que se encontraron 700.000 personas. Según se desprende de la investigación, el aumento en la prevalencia será mayor en los países en desarrollo (un 80%), concretamente en los de América Latina y del Caribe, mientras que se elevará en un 24% en los más desarrollados. «La investigación revela que ahora la hipertensión es una carga en los países industrializados más que en los que están en vías de desarrollo, pero debido a que la población de estos últimos es más elevada el resultado implica que serán ellos los que se verán más afectados. No obstante, seguramente nuestra previsión para 2005 está subestimada si tenemos en cuenta que los hábitos de vida en estas regiones están cambiando rápidamente», aclaran los autores. Para estos especialistas la magnitud del problema contribuye a predecir cómo será la epidemia de la enfermedad cardiovascular en todo el mundo. De hecho, actualmente, las patologías cardiacas son responsables ya del 30% de los fallecimientos que se producen en todo el planeta. Por ello, son los propios científicos los que insisten desde las páginas del artículo en «intensificar las estrategias de prevención primaria contra la tensión arterial elevada».
Prevención
Recuerdan que entre las intervenciones más eficaces para lograrlo destacan la pérdida de peso, la reducción del consumo de sal, el uso moderado de alcohol, los suplementos de potasio, las modificaciones en los hábitos de alimentación y el incremento de actividad física. En cuanto a la prevención secundaria, los «esfuerzos deben destinarse a su detección, tratamiento y control», reclaman. Para lograrlo es necesario que las autoridades sanitarias de ciertos países introduzcan mejoras en estos aspectos, ya que el «control de la hipertensión en algunas regiones está muy lejos de ser el adecuado», recalcan Jiang He y su equipo.«La prevención, la detección, el tratamiento y el control de este trastorno debe recibir una prioridad alta en todos los países», concluyen.
Finalmente, recuerdan la necesidad de analizar con mayor exactitud cómo afecta la interrelación de determinados factores de riesgo (hipertensión, colesterol elevado, tabaco, obesidad, realizar poco ejercicio, diabetes y una dieta pobre) en la salud.
«La hipertensión es el factor de riesgo principal de mortalidad e incrementa las probabilidades de padecer una enfermedad cardiovascular o renal. La prevalencia de este trastorno en distintas regiones del mundo ya se ha documentado con anterioridad, pero éste es el primer trabajo que estima cuántos casos habrá en todo el mundo», argumentan los investigadores.
Para ello, analizaron toda la bibliografía sobre la incidencia de la enfermedad -que se define por tener una media de 140 mm Hg o más de presión sistólica y 90 mmHg de diastólica o consumir antihipertensivos- entre enero de 1980 y diciembre de 2002. Finalmente se obtuvieron datos de 30 poblaciones distintas entre las que se encontraron 700.000 personas. Según se desprende de la investigación, el aumento en la prevalencia será mayor en los países en desarrollo (un 80%), concretamente en los de América Latina y del Caribe, mientras que se elevará en un 24% en los más desarrollados. «La investigación revela que ahora la hipertensión es una carga en los países industrializados más que en los que están en vías de desarrollo, pero debido a que la población de estos últimos es más elevada el resultado implica que serán ellos los que se verán más afectados. No obstante, seguramente nuestra previsión para 2005 está subestimada si tenemos en cuenta que los hábitos de vida en estas regiones están cambiando rápidamente», aclaran los autores. Para estos especialistas la magnitud del problema contribuye a predecir cómo será la epidemia de la enfermedad cardiovascular en todo el mundo. De hecho, actualmente, las patologías cardiacas son responsables ya del 30% de los fallecimientos que se producen en todo el planeta. Por ello, son los propios científicos los que insisten desde las páginas del artículo en «intensificar las estrategias de prevención primaria contra la tensión arterial elevada».
Prevención
Recuerdan que entre las intervenciones más eficaces para lograrlo destacan la pérdida de peso, la reducción del consumo de sal, el uso moderado de alcohol, los suplementos de potasio, las modificaciones en los hábitos de alimentación y el incremento de actividad física. En cuanto a la prevención secundaria, los «esfuerzos deben destinarse a su detección, tratamiento y control», reclaman. Para lograrlo es necesario que las autoridades sanitarias de ciertos países introduzcan mejoras en estos aspectos, ya que el «control de la hipertensión en algunas regiones está muy lejos de ser el adecuado», recalcan Jiang He y su equipo.«La prevención, la detección, el tratamiento y el control de este trastorno debe recibir una prioridad alta en todos los países», concluyen.
Finalmente, recuerdan la necesidad de analizar con mayor exactitud cómo afecta la interrelación de determinados factores de riesgo (hipertensión, colesterol elevado, tabaco, obesidad, realizar poco ejercicio, diabetes y una dieta pobre) en la salud.
0 comentarios