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MARSEL & CO

La terapia reduce hasta un 86% el riesgo de morir por sida

El tratamiento antirretroviral de gran actividad (TARGA) es muy eficaz, aunque caro, porque reduce drásticamente la progresión y la mortalidad de la enfermedad del sida. Esto permite que los pacientes, la mayoría de los cuales son jóvenes, sigan llevando una vida activa.

La revista 'The Lancet' publica un estudio realizado con la cohorte suiza de pacientes con sida que pretende cuantificar las diferencias en la progresión de la enfermedad y la mortalidad de los pacientes que reciben TARGA y los que no lo hacen. El motivo por el cual los pacientes reciben o no la medicación no se basa en una distribución 'aleatoria', que es lo que se hace en los ensayos clínicos, y que no sería éticamente aceptable, sino en lo que ocurre en la realidad (pacientes que no quieren recibir tratamiento, lo abandonan, etc.)

Los resultados de este trabajo ponen 'números' a la realidad: el TARGA reduce un 86% las posibilidades de progresar a sida o morir de los pacientes seropositivos, cuando se compara con los individuos que no se tratan y un 51% cuando se compara con los que reciben dos fármacos.

En el estudio se demuestra también que los pacientes adictos a las drogas son los que menos se benefician de la terapia antirretroviral, posiblemente por ser peores cumplidores del tratamiento, y porque tienen con más frecuencia hepatitis C y riesgo de fallecer por sobredosis o muerte violenta.

Los autores de la investigación creen que "estos números pueden ayudar a hacer un cálculo del potencial beneficio económico de tratar a los pacientes infectados en los países en vías de desarrollo". Hay que tener en cuenta que aunque los fármacos son muy caros una reducción de este calibre podría ser rentable si se tiene en cuenta el número de ingresos hospitalarios que evita, y la cantidad de pacientes jóvenes que siguen siendo productivos si la enfermedad no progresa o no fallecen por ella.

La mayoría de los médicos que han tratado a pacientes seropositivos sabe que el TARGA es efectivo. Los propios pacientes que sufrieron la enfermedad desde antes del descubrimiento de los fármacos han comprobado cómo la medicación les mejoraba mucho. Sin embargo, hasta este trabajo, los datos objetivos sobre este fenómeno eran escasos.

Esto se debe a que cuando los primeros estudios con TARGA demostraron su gran eficacia los investigadores llegaron a la conclusión de que sería poco ético hacer trabajos en los que se mirara la diferencia en la mortalidad de los pacientes que recibían el tratamiento y los que no. Se consensuó entonces realizar estudios en los que se valorara marcadores 'intermedios' de eficacia, como el número de CD4 o la carga viral, estableciéndose un periodo de 48 semanas como suficiente para encontrar diferencias.

Análisis de cohortes

Para poder dar datos numéricos sobre la eficacia del tratamiento en términos de mortalidad no valen los ensayos clínicos, que duran poco tiempo y es preciso recurrir a los llamados estudios de cohortes. Estos consisten en coger a una población de individuos infectados y seguirles a lo largo del tiempo, anotando los datos sobre la enfermedad, su modo de transmisión, si toman o no tratamiento, si este es eficaz y si fallecen.

Estos estudios son menos eficaces para establecer diferencias entre grupos, porque hay muchos factores que pueden sesgar los resultados, pero son mucho más parecidos a la vida real que los ensayos clínicos, y éticamente más adecuados en situaciones como la expuesta.

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