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MARSEL & CO

Las cifras del Gobierno no cuadran

Si algo resulta atractivo de la economía y políticamente aprovechable es que las estadísticas pueden mirarse desde cientos de cristales diferentes.

Sin embargo, las evidencias son difícilmente contestables y es patente que nos encontramos ante un momento de destrucción de empleo, de descenso de la cifras de crecimiento y de un repunte de la inflación. Hay más sombras que luces.

Es cierto que esta última legislatura del PSOE ha sido en la que más empleo se ha creado, casi tres millones de puestos, pero también es verdad que acabará con al menos 80.000 parados más.

La tendencia al declive de los principales indicadores laborales y económicos es más que evidente. Sin duda la coyuntura internacional, en un mundo globalizado, influye y mucho, pero hay elementos, fundamentalmente las reformas estructurales, para capear cualquier atisbo de futuros malos datos. Sólo si se quiere se puede, y admitir una situación preocupante para poder anticiparse es la fórmula.

Las cifras se pueden utilizar como se quiera, pero mirándolas al detalle hay cosas que no cuadran y a primera vista son divergentes. EPA (trimestral), Inem (mensual) y afiliación (mensual) muestran un aumento de los desempleados, mientras que la Contabilidad Nacional (trimestral), señala la creación de 70.000 nuevos empleos, un 40% de ellos públicos.

Tampoco se entiende, si la situación no es peor de lo que nos dicen, que se destruya empleo y aumente la productividad sólo un 1% y, sin embargo, sigamos creciendo a un elogiable 3,5%.

Los indicadores de empleo
El último dato de paro registrado en el Inem facilitado por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales muestra un incremento de 132.000 desempleados. El paro que se desprende de los servicios públicos es un indicador interesante, aunque no es el válido para estadísticas europeas. Esa cifra de nuevos parados, desconocida en las últimas décadas, posiblemente no se repita en esa magnitud en febrero, pero el paro, ya nos lo han avisado, seguirá incrementándose.

También la afiliación, tal vez el mejor indicador de la destrucción de empleo, muestra una caída en el número de registrados. Los ocupados también aumentan a un ritmo un 50% inferior que en 2005.

Por su parte, la EPA, de carácter trimestral, dice que en el último trimestre del año había 135.000 parados más que en el tercero y se destruyeron 33.000 empleos. Mientras, el dato de empleo que nos muestra la Contabilidad Nacional, también del último trimestre de 2007, apunta a un aumento de 77.200 puestos de trabajo. Esta disparidad en los indicadores de empleo se debe al menos considerar.

¿Ahora empleo público?
Si la anterior reflexión da pie para plantearse muchas cosas, saber la procedencia de una buena parte del empleo que recoge la Contabilidad Nacional es un motivo de preocupación. Cuatro de cada diez puestos de trabajo que se crearon en el último trimestre fueron empleo público.

Cerca de 30.000 funcionarios más. Sólo en el último ejercicio, uno de cada tres puestos de trabajo generados lo han sido en el sector público. En los últimos años, la plantilla de las administraciones había crecido a un ritmo menor que la de la empresa privada y todo pese a que las comunidades autónomas y ayuntamientos no han escatimado a la hora de crear nuevos puestos. En total, 2.556.000 funcionarios conformaban la plantilla pública en julio.

El precio, si la creación de empleo se basa en el que generen administraciones y empresas públicas, será un nuevo descenso de la productividad y un nuevo espejismo de que todo va bien porque el empleo crece.

Y como crezcamos menos...
Si con la economía creciendo el 3,5% se destruye empleo, como muestran casi todas las estadísticas, ¿que pasará si crecemos menos? Evidentemente la desaceleración será mucho mayor. Con la economía creciendo menos del 3% y sin tomar medidas, el desempleo se convertirá en el mayor problema.

Hasta ahora cuando el PIB aumentaba por debajo del 3%, se empezaban a destruir puestos de trabajo. Así pasó entre 1981 y 1985 y también entre 1992 y 1994. Pese a que posteriormente en momentos puntuales —años 1996 ó 2003— se creció por debajo de este porcentaje, las reformas estructurales emprendidas en la década de los 90 lograron frenar males mayores que dañasen seriamente al empleo, que siguió aumentando a buen ritmo.

La única explicación para lo que está pasando ahora es que, sin saberlo, ya estuviesemos creciendo poco más del 2%.

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